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martes, 12 de mayo de 2015

Leemos el Quijote (2º parte): Capítulo XXXIII y capítulo XXXIV

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Capítulo XXXIII:

La duquesa y Sancho entablan en este capítulo una entretenida conversación. No pierde la dama la oportunidad que tiene para preguntarle a Sancho por qué motivo engañó a don Quijote al decirle que Dulcinea estaba encantada. Y en su respuesta Sancho reconoce la locura de su amo. Le miente para seguirle la corriente. Le miente porque tiene miedo de, si no lo hace, perder la ínsula prometida. Si a don Quijote le mueve el espíritu de la caballería, a Sancho le mueve sus ganas de salir de la pobreza.

-Ahora, señora mía, que he visto que no nos escucha nadie de solapa, fuera de los circunstantes, sin temor ni sobresalto responderé a lo que se me ha preguntado, y a todo aquello que se me preguntare; y lo primero que digo es que yo tengo a mi señor don Quijote por loco rematado, puesto que algunas veces dice cosas que, a mi parecer, y aun de todos aquellos que le escuchan, son tan discretas y por tan buen carril encaminadas, que el mesmo Satanás no las podría decir mejores; pero, con todo esto, verdaderamente y sin escrúpulo, a mí se me ha asentado que es un mentecato. Pues, como yo tengo esto en el magín, me atrevo a hacerle creer lo que no lleva pies ni cabeza, como fue aquello de la respuesta de la carta, y lo de habrá seis o ocho días, que aún no está en historia; conviene a saber: lo del encanto de mi señora doña Dulcinea, que le he dado a entender que está encantada, no siendo más verdad que por los cerros de Úbeda.
Pero ante tal respuesta, la duquesa no puede evitar desconfiar de Sancho y sentir temor a la hora de darle una ínsula. Porque si sigue de ese modo a un loco... ¿Qué hara cuando tenga en sus manos una ínsula?
-De lo que el buen Sancho me ha contado me anda brincando un escrúpulo en el alma y un cierto susurro llega a mis oídos, que me dice: ''Pues don Quijote de la Mancha es loco, menguado y mentecato, y Sancho Panza su escudero lo conoce, y, con todo eso, le sirve y le sigue y va atenido a las vanas promesas suyas, sin duda alguna debe de ser él más loco y tonto que su amo; y, siendo esto así, como lo es, mal contado te será, señora duquesa, si al tal Sancho Panza le das ínsula que gobierne, porque el que no sabe gobernarse a sí, ¿cómo sabrá gobernar a otros?'' 
Así que, desde este momento, todo el empeño de Sancho estará en demostrar a la duquesa de que es lo suficientemente sensato como para poder gobernar a otros, de que es lo suficientemente listo como para no dejarse engañar. 

Pero la duquesa quiere volver al tema del encantamiento de Dulcinea. Y quiere hacerle ver a Sancho que el realmente engañado es él. Porque Dulcinea sí está encantada y por eso tiene la imagen de una sencilla campesina.  Y Sancho se deja convencer.

-Bien puede ser todo eso -dijo Sancho Panza-; y agora quiero creer lo que mi amo cuenta de lo que vio en la cueva de Montesinos, donde dice que vio a la señora Dulcinea del Toboso en el mesmo traje y hábito que yo dije que la había visto cuando la encanté por solo mi gusto; y todo debió de ser al revés, como vuesa merced, señora mía, dice, porque de mi ruin ingenio no se puede ni debe presumir que fabricase en un instante tan agudo embuste, ni creo yo que mi amo es tan loco que con tan flaca y magra persuasión como la mía creyese una cosa tan fuera de todo término. Pero, señora, no por esto será bien que vuestra bondad me tenga por malévolo, pues no está obligado un porro como yo a taladrar los pensamientos y malicias de los pésimos encantadores: yo fingí aquello por escaparme de las riñas de mi señor don Quijote, y no con intención de ofenderle; y si ha salido al revés, Dios está en el cielo, que juzga los corazones. 

Pero me surge la duda. ¿Realmente Sancho se deja convencer o simplemente le sigue la corriente a la duquesa por el temor de perder la ínsula? ¿Quién engaña a quién?
 
Capítulo XXXIV:

Para seguir burlándose de don Quijote y Sancho, los duques organizan una caza de montería, aunque por los preparativos para reírse más de la pareja protagonista, parece una caza real. No empieza muy bien Sancho, quien, tratando de huir de un jabalí, se sube a la rama de un árbol con la mala suerte de que ésta se cae y queda colgando del árbol. Cuando don Quijote lo baja, se da cuenta de que el traje de montería que los duques le habían regalado estaba roto. Así, se acerca a la duquesa y empieza a criticar la cacería:

–Si esta caza fuera de liebres o de pajarillos, seguro estuviera mi sayo de verse en este estremo. Yo no sé qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida; yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice:
De los osos seas comido,
como Favila el nombrado.
–Ése fue un rey godo –dijo don Quijote–, que, yendo a caza de montería, le comió un oso.
–Eso es lo que yo digo –respondió Sancho–: que no querría yo que los príncipes y los reyes se pusiesen en semejantes peligros, a trueco de un gusto que parece que no le había de ser, pues consiste en matar a un animal que no ha cometido delito alguno.
La respuesta del duque no se hace de rogar:
–Antes os engañáis, Sancho –respondió el duque–, porque el ejercicio de la caza de monte es el más conveniente y necesario para los reyes y príncipes que otro alguno. La caza es una imagen de la guerra: hay en ella estratagemas, astucias, insidias para vencer a su salvo al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos; y lo mejor que él tiene es que no es para todos, como lo es el de los otros géneros de caza, excepto el de la volatería, que también es sólo para reyes y grandes señores. Así que, ¡oh Sancho!, mudad de opinión, y, cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza y veréis como os vale un pan por ciento.
Y para seguir defendiendo sus ideas, Sancho sigue haciendo uso, uno tras otro, de sus habituales refranes, que tanta gracia le hacen a la duquesa. ¿Lo hace quizás Sancho adrede para caer bien a la dama y seguir así asegurando su ínsula?

Pasó la noche y al crepúsculo, una fuerte luz llamó la atención de todos y un demonio a caballo surgió que provocó el temor de todos.
–Yo soy el Diablo; voy a buscar a don Quijote de la Mancha; la gente que por aquí viene son seis tropas de encantadores, que sobre un carro triunfante traen a la sin par Dulcinea del Toboso. Encantada viene con el gallardo francés Montesinos, a dar orden a don Quijote de cómo ha de ser desencantada la tal señora.
–Si vos fuérades diablo, como decís y como vuestra figura muestra, ya hubiérades conocido al tal caballero don Quijote de la Mancha, pues le tenéis delante.
–En Dios y en mi conciencia –respondió el Diablo– que no miraba en ello, porque traigo en tantas cosas divertidos los pensamientos, que de la principal a que venía se me olvidaba.
Ese juramento en Dios y en su conciencia hacen sospechar a Sancho, aunque él sigue la corriente a todos. Y hay otra frase que también nos hace pensar que no es tan tonto Sancho como todos creen...

Renovóse la admiración en todos, especialmente en Sancho y don Quijote: en Sancho, en ver que, a despecho de la verdad, querían que estuviese encantada Dulcinea; en don Quijote, por no poder asegurarse si era verdad o no lo que le había pasado en la cueva de Montesinos.

10 comentarios:

  1. De verdad que eres incansable. Yo me hubiera cansado hace mucho. Un besote.

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  2. La verdad es que no me he leido nunca el Quijote original, en quinto y sexto leimod la version para niñod y en primero de bachillerato o segundo solo nos hicieron leer un par de caputulos y no recuerdo cual, pero es un libro que quiero y debo leer.
    daludos.

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  3. Opino como Aliena :) Yo creo que me hubiera cansado hace tiempo!
    Besos!

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  4. Sancho es más listo que un ocho :P
    Besos

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  5. A ver si me pongo y me leo otros cuatro.
    Besos.

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  6. A medida que avanzas me acuerdo menos de los episodios, será porque ya vas más cansado y la atención inicial disminuye hasta que no llegas al final, final.... tengo que releerlo. Besos :)

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¡Muchísimas gracias por vuestros comentarios!