Leemos el Quijote: Capítulo II

Primera salida ya de don Quijote. Ahora sí él es el absoluto protagonista. Él y ese mundo que él crea. Y su preocupación por no haber sido armado aún caballero. Su primera parada se produce en una venta. Pero no es una venta lo que él ve. Es un gran castillo. Y las situaciones absurdas y ridículas se suceden: confunde a dos mozas con dos damas, que no pueden evitar reírse de él por su forma de dirigirse a ellas. Y se hubiera enfadado con ellas si no hubiera sido por la oportuna llegada del ventero, a quien confunde con el alcaide del castillo.

No podemos evitar sonreír cuando, a don Quijote, "estaban desarmando las doncellas (que ya se habían reconciliado con él), las cuales, aunque le habían quitado el peto y el espaldar, jamás supieron ni pudieron desencajarle la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse queitar los nudos; mas él no lo quiso consentir en ninguna manera; y así se quedó toda aquella noche con la celada puesta, que era la más graciosa y extraña figura que se pudiera pensar."

Y seguimos sonriendo y sintiendo pena por nuestro Caballero de la Triste Figura:

"Pero era materia de grande risa verle comer, porque como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos, si otro no se lo daba y ponía; y así una de aquellas señoras sería de este menester; mas el darle de beber no fue posible, ni lo fuera si el ventero no horadara una caña, y puesto el un cabo en la boca, por el otro, le iba echando el vino. Y todo esto lo recibía en paciencia, a trueco de no romper las cintas de la celada."

Y terminamos el capítulo dejando a un Quijote preocupado "por parecerle que no se podría poner legítimamente en aventura alguna sin recibir la órden de caballería."