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martes, 19 de mayo de 2015

Leemos el Quijote (2º parte): Capítulo XXXV y capítulo XXXVI

http://bourbonstreet-porlomenix.blogspot.com.es/2015/01/reto-en-2015-leemos-el-quijote.html


Capítulo XXXV:

Los duques siguen burlándose de don Quijote y Sancho. Ahora hacen aparecer al mago Merlín, junto a Dulcinea. Y por primera vez don Quijote la ve, tal y como él piensa que es, rodeada de lujo y boato, no como una vulgar campesina. Los duques han tramado muy bien su engaño, su burla.  El mago busca a nuestro caballero para indicarle que tiene la solución para desencantar a su dama. Pero no estará en su mano poder lograrlo, sino en la de su escudero:

A ti digo ¡oh varón, como se debe
por jamás alabado!, a ti, valiente
juntamente y discreto don Quijote,
de la Mancha esplendor, de España estrella,
que para recobrar su estado primo
la sin par Dulcinea del Toboso,
es menester que Sancho, tu escudero,
se dé tres mil azotes y trecientos
en ambas sus valientes posaderas,
al aire descubiertas, y de modo
que le escuezan, le amarguen y le enfaden.
Y en esto se resuelven todos cuantos
de su desgracia han sido los autores,
y a esto es mi venida, mis señores.
No estará dispuesto Sancho a darse estos azotes y don Quijote le ordenará que se los dé, pero pronto Merlín aclarará que no puede el escudero ser obligado. Que debe hacerlo por propia voluntad. 
-Ni ajena, ni propia, ni pesada, ni por pesar -replicó Sancho-: a mí no me ha de tocar alguna mano. ¿Parí yo, por ventura, a la señora Dulcinea del Toboso, para que paguen mis posas lo que pecaron sus ojos? El señor mi amo sí, que es parte suya, pues la llama a cada paso mi vida, mi alma, sustento y arrimo suyo, se puede y debe azotar por ella y hacer todas las diligencias necesarias para su desencanto; pero, ¿azotarme yo...? ¡Abernuncio! 
Y finalmente Sancho, ante las peticiones de los duques y de nuestro caballero, aceptará...
-Muchos médicos hay en el mundo: hasta los encantadores son médicos -replicó Sancho-; pero, pues todos me lo dicen, aunque yo no me lo veo, digo que soy contento de darme los tres mil y trecientos azotes, con condición que me los tengo de dar cada y cuando que yo quisiere, sin que se me ponga tasa en los días ni en el tiempo; y yo procuraré salir de la deuda lo más presto que sea posible, porque goce el mundo de la hermosura de la señora doña Dulcinea del Toboso, pues, según parece, al revés de lo que yo pensaba, en efecto es hermosa. Ha de ser también condición que no he de estar obligado a sacarme sangre con la diciplina, y que si algunos azotes fueren de mosqueo, se me han de tomar en cuenta. Iten, que si me errare en el número, el señor Merlín, pues lo sabe todo, ha de tener cuidado de contarlos y de avisarme los que me faltan o los que me sobran.

-De las sobras no habrá que avisar -respondió Merlín-, porque, llegando al cabal número, luego quedará de improviso desencantada la señora Dulcinea, y vendrá a buscar, como agradecida, al buen Sancho, y a darle gracias, y aun premios, por la buena obra. Así que no hay de qué tener escrúpulo de las sobras ni de las faltas, ni el cielo permita que yo engañe a nadie, aunque sea en un pelo de la cabeza. 
Capítulo XXXVI:

Este capítulo empieza contándonos que fueron sirvientes de los duques quienes se hicieron pasar por Merlín y Dulcinea. 
Y tras esto, el protagonismo recae en Sancho y la duquesa. Le pregunta ésta si ha empezado ya a azotarse. Y cuando Sancho le contesta que se ha dado algunos con la mano, ella le regaña:
-Eso -replicó la duquesa- más es darse de palmadas que de azotes. Yo tengo para mí que el sabio Merlín no estará contento con tanta blandura; menester será que el buen Sancho haga alguna diciplina de abrojos, o de las de canelones, que se dejen sentir; porque la letra con sangre entra, y no se ha de dar tan barata la libertad de una tan gran señora como lo es Dulcinea por tan poco precio; y advierta Sancho que las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada.

A lo que respondió Sancho:

-Déme vuestra señoría alguna diciplina o ramal conveniente, que yo me daré con él como no me duela demasiado, porque hago saber a vuesa merced que, aunque soy rústico, mis carnes tienen más de algodón que de esparto, y no será bien que yo me descríe por el provecho ajeno.

-Sea en buena hora -respondió la duquesa-: yo os daré mañana una diciplina que os venga muy al justo y se acomode con la ternura de vuestras carnes, como si fueran sus hermanas propias. 
Sancho le enseña a la duquesa una carta que ha escrito destinada a su mujer y donde le cuenta todo lo que ha sucedido en esta segunda salida con don Quijote. Una carta donde se advierte su gran codicia:
De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo; tomaréle el pulso, y avisaréte si has de venir a estar conmigo o no. 
Donde refleja sus deseos de conseguir una elevada posición social y ser, por ella, envidiado:
Has de saber, Teresa, que tengo determinado que andes en coche, que es lo que hace al caso, porque todo otro andar es andar a gatas. Mujer de un gobernador eres, ¡mira si te roerá nadie los zancajos!
Ays, Sancho y don Quijote... Cada uno con sus sueños... 

Las bromas de los duques siguen. Y ahora hace acto de aparición "Trifaldín, el de la barba blanca", escudero de la condesa Trifaldi, también conocida como "la Dueña Dolorida", buscando a don Quijote para solicitar su ayuda. La alegría de nuestro caballero no se hace esperar.
-Quisiera yo, señor duque -respondió don Quijote-, que estuviera aquí presente aquel bendito religioso que a la mesa el otro día mostró tener tan mal talante y tan mala ojeriza contra los caballeros andantes, para que viera por vista de ojos si los tales caballeros son necesarios en el mundo: tocara, por lo menos, con la mano que los extraordinariamente afligidos y desconsolados, en casos grandes y en desdichas inormes no van a buscar su remedio a las casas de los letrados, ni a la de los sacristanes de las aldeas, ni al caballero que nunca ha acertado a salir de los términos de su lugar, ni al perezoso cortesano que antes busca nuevas para referirlas y contarlas, que procura hacer obras y hazañas para que otros las cuenten y las escriban; el remedio de las cuitas, el socorro de las necesidades, el amparo de las doncellas, el consuelo de las viudas, en ninguna suerte de personas se halla mejor que en los caballeros andantes, y de serlo yo doy infinitas gracias al cielo, y doy por muy bien empleado cualquier desmán y trabajo que en este tan honroso ejercicio pueda sucederme. Venga esta dueña y pida lo que quisiere, que yo le libraré su remedio en la fuerza de mi brazo y en la intrépida resolución de mi animoso espíritu. 

12 comentarios:

  1. Llevas leído más o menos el doble que yo ;)
    Besos.

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  2. Este semana solo puede leer un cap´tiulo, voy en el 34. ¿Así que va a aparecer Merlín? Vaya la que me espera :-)

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  3. Será una obra prodigiosa, pero desde que me hicieron leerla en el instituto en versión antigua, le cogí un asco que no puedo conmigo... Es un buen relato, pero si me dijeran de volver a leerlo creo que enviaría a freír espárragos al que lo planteara. Lo siento :(
    Un besazo, vas muy bien ^^

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  4. Margari, no solo he alabado esta iniciativa que planteas con El Quijote en tu blog, te diré que en otoño espero impartir un taller infantil-juvenil de narrativa y El Quijote tiene mucho que ver, con la 2º parte, además. Les recomendaré que lean tu blog, me parece fantástica la labor y desde aquí tienes mi apoyo y admiración. Nos seguimos leyendo. Me ha sacado una sonrisa hoy, por cierto, la palabra 'abrojos', hacía tiempo que no la escuchaba. Un saludo.

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  5. Se me ha olvidado mucho, toca relectura.... Besos :)

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  6. ¡ Veo que vas muy bien!, sigue así... Besinos.

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  7. es uno de mis pendientes jeje. Me gusta el blog, me quedo por el.
    un saludo

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  8. Qué maravilla poder recordar estos episodios de tu hábil mano. La verdad es que se me han olvidado muchas cosas pero la relectura tendrá que esperar.

    Abrazos!!

    Pdt: preciosa la propuesta de lectura con tu hija.

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  9. No tenía ni idea de la presencia de Merlín, ahora sí que tengo ganazas de leerlo :P
    Besos

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¡Muchísimas gracias por vuestros comentarios!