Edith Wharton
Traducida por Carmen Criado
Alianza Editorial, 2020
Pertenecientes al exclusivo y tradicional patriciado de la Nueva York
del último tercio del siglo XIX, anclado a sus rígidas convenciones y
hábitos sociales, Newland Archer, joven y brillante abogado, y su novia
May Welland, joven gris y perfectamente educada, se prometen teniendo en
el horizonte la perspectiva de formar un matrimonio acorde con las
expectativas y cánones propios de su educación, su medio y sus
respectivas familias. Sin embargo, la inesperada irrupción en este
escenario de la prima de May, Ellen Olenska (una mujer de treinta años
atractiva, independiente y escasamente convencional, un soplo de aire
fresco), procedente de Europa huyendo de su matrimonio con un
desaprensivo conde polaco, introducirá un factor de inestabilidad en la
pareja y en la sociedad a la que pertenecen. "La edad de la inocencia"
no es sólo un retrato insuperable del inicio del declive de la alta
sociedad tradicional de Nueva York, con sus esplendores y sus miserias,
sino también una novela que plantea las idas y venidas, y sobre todo las
dolorosas contradicciones, de la pasión amorosa.
Edith Wharton nos regala en esta novela un magnífico retrato de la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Una sociedad muy cerrada, en la que importaba mucho la familia a la que pertenecías, el apellido que tenías. Una sociedad que miraba con lupa a todos sus integrantes, que vivían atados a protocolos y formalismos constantes, que no podían saltar. Y quien lo hiciera, era condenado sin piedad. La autora no se muerde la lengua a la hora de criticar a esta sociedad tan encorsetada.
El personaje principal, el joven abogado Newland Archer, ha vivido toda su vida midiendo cada paso que da, para no salirse de la norma, cumpliendo con lo que su familia y la sociedad espera de él. Y no lo hace por obligación, lo hace porque ha sido educado así, porque no conoce otra forma de vida. Y porque es así como podrá seguir disfrutando del respeto, de los privilegios y de las comodidades que tiene. Hasta ese momento no se cuestiona nada.
Pero el mundo tal y como él lo conoce empieza a tambalearse cuando conoce a la prima de su prometida. Una mujer decidida, independiente, valiente, rebelde, con una azarosa vida sentimental de la que está huyendo. Una mujer que le va a hacer cambiar de opinión. Que le va a hacer ver la hipocresía de la sociedad de la que forma parte. Esta parte la he disfrutado mucho. Ese cambio que va produciendo en el personaje de Newland poco a poco está muy bien reflejado. Lo que sí me ha resultado un tanto forzado es la relación de amor que existe entre los dos. No la he visto muy natural, no sé si me explico bien.
Destacable también es cómo la autora refleja y critica la situación de la mujer en esta época y en esta sociedad: su falta de libertad, de independencia, de derechos... La crítica es una constante a lo largo de esta novela.
Y sobresale también su fantástico desenlace. El final es inmejorable. Es de esos finales que te invitan a leer otra vez la novela, ahora desde una nueva perspectiva. Y el que hace que mejore la novela. Porque tengo que reconocer que, habiéndome gustado, no está entre mis favoritas de la autora. Se me ha hecho más lenta, más repetitiva. Unas cuantas páginas menos y hubiera sido absolutamente perfecta. Ahora bien, el final... Buenísimo.