Choque de Reyes de George R. R. Martin

No voy a decir que llevo media hora viendo la pantalla en blanco del ordenador porque no es cierto. Normalmente hago la reseña antes en papel, porque con un bolígrafo en la mano, las palabras me salen más fácilmente. Así que, lo que sí puedo decir es que llevo más de media hora con el bolígrafo en la mano intentando escribir esta reseña y no sé qué decir.  Porque he terminado el libro y siento como si no lo hubiera hecho. Porque Juego de Tronos, aunque dejaba muchas puertas abiertas, tenía un desenlace tan impactante, tan tremendo, que cuando lo acababas necesitabas un descanso y dejar reposar la historia. Y aprovechar ese descanso para asimilar que alguno de los personajes por los que sentía más cariño no iban a aparecer más. 

Con Choque de Reyes no me ha pasado lo mismo. No quería descansar. No quiero descansar. Pero voy a tener que hacerlo que el siguiente volumen aún no lo tengo. Y es que es pura adicción. Lo de esta saga es increíble. No hay calificativos para definirla y que le haga justicia. 

Aunque pueda parecer, por el tiempo que he dedicado a su lectura, que Choque de Reyes me ha costado, no lo ha hecho. Otros factores me han obligado a serenar su lectura. Y quizás, por eso, incluso la he disfrutado más. He visto crecer poco a poco a muchos de los personajes que aparecían en Juego de Tronos. Algunos de ellos se han visto obligados a abandonar su infancia para convertirse en adultos con cuerpo de niños... Y es que son tiempos difíciles, "el invierno se acerca"...   Robb, Sansa, Arya, Bran, Jon... Todos hermanos pero todos separados, con destinos diferentes, sin saber nada los unos de los otros, sin poder apoyarse mutuamente. Cada uno tiene su destino y tienen que enfrentarse en soledad a él.

La traición está muy presente en esta novela, como en la anterior. Nadie puede fiarse de nadie. Incluso cuando tú misma estás leyendo, no sabes de qué bando está cada uno. Lees sus palabras y no sabes cómo interpretarlas. La desconfianza de todos para con todos es la tónica dominante en todo el libro. En este sentido, parece que Martin por fin quiere darnos una pequeña alegría a sus lectores y alguno de estos traidores reciben su merecido... O eso parece, que aquí de nada nos podemos fíar. Ni siquiera del propio escritor. 

Pero no quiero desvelar mucho de la trama. No quiero arrebatarle a nadie el factor sorpresa. George R.R. Martin sigue deslumbrándonos con su maestría narrativa a la hora de contar la historia. Continuando con su particular estilo folletinesco, sigue dedicando cada capítulo a un personaje. Aunque esto no quiere decir  que no aparezcan más personajes. Al contrario. En esta novela los personajes siguen multiplicándose, pero no hay que preocuparse, que Martin se esmera para explicarnos bien quién es cada uno. Cosa distinta es saber de parte de quién está. Y aquí no podemos hablar de buenos y malos. No. Como en Juego de tronos, todos y cada uno de los personajes luchan por lo que creen que es suyo. Todos tienen sus objetivos, todos luchan por conseguir algo. Y todos creen justas sus reclamaciones.

La magia está más presente en este libro, pero en pequeñas dosis. Y no le quita a la novela ni un ápice de realismo. En todo momento parece que estamos sumergidos en plena época medieval, con sus caballeros, sus reyes, sus princesas, sus castillos, sus contiendas... Y si las batallas en Juego de tronos escaseaban, aquí las hay, y en abundancia. Y no sólo asistimos a las batallas, sino a todo lo que sucede antes y después: los preparativos, las alianzas, las traiciones, la muerte, los heridos, la desolación... Y es que es aquí donde realmente se luce Martin. Su arte para narrarnos la guerra es brutal. Nos la ofrece desde todos los puntos de vista posibles. El ritmo no decae en ningún momento. Vamos de un bando a otro continuamente y no hay instante para el respiro. Incluso cuando nos muestra cómo le afecta la guerra al pueblo llano Martin no nos deja descansar. Y es que nos muestra a un pueblo que pasa hambre, que se siente desprotegido y abandonado... Y por esta razón le da igual arremeter contra sus propios monarcas. Sólo están sumidos en la desesperación y no saben qué hacer. 

Choque de Reyes es una magnífica continuación de Juego de Tronos. No hay momentos para el aburrimiento: batallas, traiciones, nuevas alianzas, incestos, raptos, huidas.... Y la gran virtud de leer cada capítulo pensando si será el último capítulo de ese personaje, porque Martin no se corta nada a la hora de cargarse un personaje. Aquí no puedes decir eso de "no puede morir, es el protagonista" porque ese papel no lo tiene nadie. La intriga acerca del destino de cada personaje siempre se mantiene. Y lo mantiene hasta el final. Porque cuando la novela termina, lo único que tienes claro es que el futuro no es esperanzador para nadie. Y me toca ahora esperar para conocer ese futuro.