Tengo una pistola de Enrique Rubio

Tengo que empezar agradeciendo a Enrique Rubio su amabilidad al enviarme este libro. Un libro que ya estaba entre mis pendientes, gracias a la excelente reseña que Mientrasleo realizó en su blog. Así que, mucho tiempo no iba a permanecer este libro en la estantería sin ser leído. Y así ha sido.

Destaca esta novela, sobre todo, por su protagonista, Cascaradenuez. Un joven del que no conocemos en ningún momento su nombre real. ¿Se acuerda él de cuál es? Y es que, para este curioso protagonista, la realidad, tal y como nosotros la conocemos, no existe. O no quiere que exista. Con 25 años, vive de diseñar páginas porno, y lleva desde los 15 sin salir de casa. Su única comunicación con el exterior es a través de Internet, descargando películas y música que sabe que nunca llegará a ver o escuchar.

"Quiero bajarme primero todo lo que quiero y después ponerme a ver y escuchar películas y discos. Así llevo cinco años. Pero siempre presiento que el momento de tenerlo todo está cerca. Aunque todos los días sales nuevas películas y nuevos discos. ¿Y si se me pasa por alto alguna joya por estar distraído escuchando algo antiguo?
Cuando no me gusta un grupo me colmo de alivio y satisfacción.
Cuando me gusta me entra angustia."

Duerme con el ratón óptico en su cuello, porque lo primero que hace, tras abrir los ojos cada mañana, no es lavarse la cara... Es ir directo a sus ordenadores e ir encendiendo cada aparato... Así todos los días.

"Quien pillara unas vacaciones trabajando en una mina a 50 grados rebozado en hollín cargando vagonetas de carbón tras las asfixiantes detonaciones."

La única persona de carne y hueso con la que tiene contacto es su psicólogo, que acude a su casa hipotéticamente para tratarlo. Aunque más bien parece ser él el que recibe tratamiento. Curioso en este sentido es que sea él quien se siente en el diván. Y curioso es que siga acudiendo a la cita a pesar de cierto suceso desagradable que no voy a revelar. 

"Quién pillara una plaza como chatarrero en un vertedero o en una comunidad Amish, donde sólo ordeñar vacas y guiar un carro atizando a una burra."

 Este es el mundo que nos presenta Enrique Rubio. Un mundo que empieza a cambiar cuando en un billete Cascaradenuez lee una extraña pregunta y un correo electrónico:

¿Eres consciente de que llevas un excremento en tu interior?

Y se pondrá en contacto con Aenima, quien le dará las herramientas para responder a esa pregunta y le hará cambiar la idea que tenía hasta ese momento del mundo. Una visión aún más cínica, más corrosiva de la realidad. 

Porque ese el tono que domina a lo largo de toda la novela: ironía, cinismo y mucha carga crítica. Porque a fin de cuentas nos revela una sociedad a la que parece que nos estamos acercando a pasos agigantados. Todo al alcance de un click: información, compras, música, cine... Todo sin salir de casa. Todo sin tener contacto real con nadie. Simplemente con un movimiento de ratón.

Y si los personajes, sobre todo el principal, está muy logrado, también lo está su atmósfera. Una atmósfera agobiante, asfixiante... Que te  hace incluso alguna que otra vez parar de leer. Porque la angustia te llega. Pero la curiosidad te puede más y sigues leyendo. Porque quieres ver en qué acaba todo. Y qué es lo que hace finalmente Cascaradenuez con la pistola. Una pistola que compra, "por Internet", para suicidarse. Y que, irónicamente, al final le sirve para agarrarse a la vida. Porque le da esa seguridad, esa confianza que hasta ese momento le faltaba. Porque siempre piensa que cuando la situación le desborde y no pueda controlarla, siempre podrá pegarse un tiro y acabar así con todo. 

Culpa también de ese querer seguir leyendo lo tiene el estilo del autor. Un estilo ágil, dinámico, sencillo... Con un uso del diálogo muy fluido y frecuente. Y es que las conversaciones a través de los chats o de los correos son muy frecuentes a lo largo del libro. También  la peculiar estructura de esta novela es un rasgo destacable de la novela. Alterna los capítulos de la vida de Cascaradenuez con sus sueños. Unos sueños que se caracterizan por siempre ser un mismo juego de ordenador. El dominio virtual llega hasta el mundo de sus sueños. Él es un jugador en una partida en la que morirá muchas veces, con la ventaja de que siempre vuelve a aparecer en el mismo punto de control. Tendrá así mucho tiempo para pensar. Y para matar zombies. Y para saber cuál es su cometido en un juego en el que él es el héroe. Una partida que avanza cada noche y que guarda cierto paralelismo con su propia vida "real".

El único pero que le puedo poner a esta novela es que es un poco larga. A veces se hace un tanto repetitiva. Si es verdad que, con esto, ayuda a crear una atmósfera más asfixiante, pero a veces es bueno respirar. Pero en líneas generales, es una novela que me ha gustado mucho, y que me ha hecho sufrir mucho también. Muy diferente a las novelas que habitualmente leemos. Y antes de terminar, esperad un momento, y recemos junto a Cáscaradenuez:

"Creador nuestro que estás programado,
santificados sean tus bytes,
venga a nosotros tu Juego,
hágase tu voluntad en modo cooperativo como individual,
danos hoy nuestro parche de cada día,
perdona nuestros pirateos,
como también nosotros perdonamos a los que utilizan trucos y guías,
no nos dejes caer en el bucle,
y líbranos del Game Over.