lunes, 7 de julio de 2014

Leemos el Quijote... Capítulos XXVI



Empieza este capítulo con don Quijote solo, tras irse Sancho a cumplir su encargo. Y empieza a pensar qué hacer para cumplir esa penitencia que se ha autoimpuesto. Puede imitar a Roldán, quien sufrió mucho  "por la nuevas que le dio el pastor de que Angélica había dormido más de dos siestas con Medoro, un morillo de cabellos enrizados". Pero en su caso, Dulcinea no ha dormido con moro alguno, así que no tiene sentido esta penitencia.

Prefiere imitar a Amadís, quien cuando su amada Oriana le pidió que no volviera a verla hasta que ella quisiese, decide retirarse a Peña Pobre y rezar, rezar y rezar. Y eso es lo que hace nuestro caballero. Así pasa tres días, comiendo solo hierbas. De tal modo que si Sancho tarda mucho más, no lo conoce ni "madre que lo parió".También se dedicó a escribir versos en las cortezas de los árboles:

Arboles, yerbas y plantas,
Que en aqueste sitio estáis,
Tan altos, verdes y tantas,
Si de mi mal no os holgáis,
Escuchad mis quejas santas.
Mi dolor no os alborote,
Aunque más terrible sea,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencia de Dulcinea del Toboso.

Es aquí el lugar a donde
El amador más leal
De su señora se esconde,
Y ha venido a tanto mal,
Sin saber cómo, o por dónde.

Tráele amor al estricote.
Que es de muy mala ralea,
Y así hasta henchir un pipote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea del Toboso.

Buscando las aventuras
Por entre las duras peñas,
Maldiciendo entrañas duras,
Que entre riscos y entre breñas,
Halla el triste desventuras.

Hirióle amor con su azote,
No con su blanda correa,
Y en tocándole el cogote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea del Toboso.

¿Y qué es de Sancho?  Prosigue su camino hasta el Toboso. Pero cuando llega a la venta donde lo mantearon, se resiste a entrar. El miedo se lo impide, a pesar del hambre que tiene. Mientras se mantiene indeciso cerca de la venta, salen de ella el cura y el barbero. Al ver a Sancho subido en Rocinante, le preguntan por don Quijote, y al no darle Sancho ninguna respuesta, le dicen que es probable que él le haya matado. A lo que Sancho contesta: 
No hay para qué conmigo amenaza, que yo no soy hombre que robo ni mato a nadie; a cada uno mate su ventura, o Dios que le hizo. Mi amo queda haciendo penitencia en la mitad desta montaña, muy a su sabor: y luego, de corrida y sin parar, les contó de la suerte que quedaba las aventuras que le habían sucedido, y cómo llevaba la carta a la señora Dulcinea del Toboso, que era la hija de Lorenzo Corchuelo, de quien estaba enamorado hasta los hígados.
 Cuando Sancho les explica el motivo de su viaje, el cura y el barbero le piden que les dé la carta. Y entonces él se da cuenta de que no la lleva encima y empieza a lamentarse de su mala suerte. No por haber perdido la carta de amor de don Quijote, sino por haber perdido la oportunidad de conseguir los tres pollinos prometidos por su señor.  

Consolóle el cura, y díjole que en hallando a su señor él le haría revalidar la manda, y que tornase a hacer la libranza en papel, como era uso y costumbre, porque las que se hacían en libros de memoria jamás se aceptaban ni cumplían. Con esto se consoló Sancho, y dijo que como aquello fuese así, que no le daba mucha pena la pérdida de la carta de Dulcinea, porque él sabía casi de memoria, de la cual se podría trasladar donde y cuando quisiesen. Decidla, Sancho, pues, dijo el barbero, que después la trasladaremos.
Y así Sancho dice de memoria lo que recuerda de las palabras de don Quijote:

...por Dios, señor licenciado, que los diablos lleven la cosa que de la carta se me acuerda, aunque en el principio decía: Alla y sobajada señora. No dirá, dijo el barbero, sobajada, sino sobrehumana, o soberana señora. Así es, dijo Sancho: luego, si mal no me acuerdo, proseguía, el llagado y falto de sueño, y el ferido besa a vuestra merced las manos, ingrata y muy desconocida hermosa; y no sé que decía de salud y de enfermedad que le enviaba, y por aquí iba escurriendo, hasta que acababa en: Vuestro hasta la muerte, el caballero de la Triste Figura.
"Admirándose" de su buena memoria, el cura y el barbero le piden una vez más que les diga la carta, y aún comete Sancho "otros tres mil disparates". Pero con lo que más se sorprenden es cuando se dan cuenta de cómo Sancho cree a su señor. Como la locura del caballero se está contagiando a Sancho...

Dijo también como su señor, en trayendo que le trajese buen despacho de la señora Dulcinea del Toboso, se había de poner en camino a procurar cómo ser emperador o por lo menos monarca, que así lo tenían concertado entre los dos, y era cosa muy fácil venir a serlo, según era el valor de su persona y la fuerza de su brazo; y que en siéndolo, le había de casar a él, porque ya sería viudo, que no podía ser menos, y le había de dar por mujer a una doncella de la emperatriz, heredera de un rico y grande estado de tierra firme, sin ínsulos ni ínsulas, que ya no las quería.

7 comentarios:

  1. Jeje que valientes sois con El Quijote, yo no me animo por ahora y eso que tengo dos ediciones por casa. Besos.

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  2. Ya no os quedará mucho! me alegro que lo estéis disfrutando!
    Un beso!

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  3. Llevo 4 capitulos de retraso...a ver si me pongo un rato

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  4. Me alegro de que esta lectura esté siendo tan entretenida y os esté gustado. Estoy aprendiendo mucho porque no he leído El Quijote.
    Besos.

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  5. El cura y el barbero me encantan !! Jaja
    Besos

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  6. No he leido el libro, de hecho mi hermana me compró el Quijote cuando era peque en versión. comic y no me lo leí porque me daba miedo, no me preguntes eel porqué porque ni yo lo sé jajajjaj
    Besos^^

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  7. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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