Tres abuelas y un cocinero muerto de Minna Lindgren

Tres abuelas y un cocinero muerto (Trilogía de Helsinki)

Minna Lindgren 

Traducción: Luisa Gutiérrez

Suma, 2015

Tienen noventa años. Pero no piensan morirse hasta descubrir al asesino.

Siiri, Irma y Anna-Liisa son tres viudas de noventa años residentes en El Bosque del Crepúsculo, un centro privado de apartamentos para la tercera edad de Helsinki. Más que un nidito acogedor para las personas mayores, la residencia resulta un lugar siniestro en el que los ancianos se ven privados de su identidad, rodeados todos los días por enfermeros vagos e inexpertos, y obligados a hacer gimnasia, a asistir a conferencias y a tomar un gran cantidad de medicamentos prescritos por médicos a los que apenas han visto.

Parece que para las tres amigas los días ya solo traerán partidas de cartas, viajes en tranvía y asistencia a funerales. Pero en la residencia se empiezan a producir unos misteriosos asesinatos... y quizá nadie había contado con la curiosidad y el tiempo libre de unas inocentes ancianitas.

Me ha costado meterme en esta historia. Y es que esperaba otra cosa. La culpa es de esta frase: "Tienen noventa años. Pero no piensan morirse hasta descubrir al asesino." Y también de esta otra: "De Finlandia llega la Agatha Christie del norte." Y claro, ¿qué esperaba yo? Pues tres Miss Marples que no iban a descansar hasta encontrar al asesino. ¿Y qué he encontrado? Pues la vida de tres ancianas de más de noventa años que viven en un centro privado de apartamentos que están destinados únicamente a gente de la tercera edad. Sí, hay un asesinato, hay varios misterios que resolver, pero esto se convierte en algo absolutamente secundario. La autora se interesa más por acercarnos a la vida de estas ancianas y así, a través de ellas, criticar a esta sociedad que deja a la gente mayor a un lado. Una sociedad que parece estar esperando su muerte para así poder repartirse su herencia, que no tiene tiempo ni siquiera para las visitas, que creen que por ser mayores, ellas ya ni sienten ni padecen. Y la autora nos demuestra que esto no es así. Que todavía tenemos mucho que aprender de nuestros mayores. Que su experiencia es importante. Que ellos también sienten. Que no quieren esa soledad. Y de ahí la amistad que une a Siiri, Irma y Anna-Liisa.

Una vez que me dí cuenta de que no me iba a encontrar ya a ninguna Miss Marple, empecé a disfrutar de esta novela. Y a disfrutar de sus personajes, que están perfectamente caracterizados. A tomarles cariño y a admirarlas. Porque ellas saben disfrutar de la vida, disfrutar de cada momento. Porque aún tienen ganas de vivir. Aunque asumen que morir también forma parte de esta vida:

Nosotros los mayores no nos morimos por nada, aunque queramos. A veces, en la residencia hablamos sobre cómo ustedes, los médicos, no parecen comprender que la muerte es algo natural. La vida acaba con la muerte, no tiene sentido ofrecerle a alguien de mi edad más tiempo y prohibirme mientras el azúcar en el café. No es culpa de la medicina el que la gente muera por fin de vieja.

Y este es uno de los aspectos que más me ha gustado de la novela, el tratamiento que le da a la muerte. Para nada negativo o pesimista. Al contrario. 

Porque todo el mundo ha de morirse. (…) Algún día también usted morirá. Y espero que entonces tenga suficiente edad para saber lo que es la muerte y no luche contra ella.

Si no he disfrutado más de esta novela es porque no ha sido lo que esperaba. Creo que la hubiera disfrutado más y me hubiera metido antes en la historia si hubiera leído antes esta crítica que define mejor el espíritu de esta novela:

"La inteligencia de la narración se gana al lector... Contiene una pertinente crítica al mundo en que vivimos y a sus retorcidos valores. Prueba que los ancianos nos son una masa uniforme sino un grupo de individuos que portan una cantidad única de experiencias y recuerdos".

Savon sanomat