sábado, 28 de febrero de 2015

Se nos va febrero...

Ya se acaba febrero y llega la hora de hacer balance. Me sigue acompañando la suerte y me estoy encontrando con muy buenas lecturas. De este mes destaco sobre todo Assur de Francisco Narla, Un destripador de antaño y otros cuentos de Emilia Pardo Bazán y Las damas del Fin del Mundo de Ángeles de Irisarri. Éstas son las lecturas realizadas:


Y a mis estanterías han llegado nuevos inquilinos...


Gracias al sorteo que gané en el blog de Meg, Cazando estrellas.
















Gracias a Suma de Letras.
















Por superar el reto A-Z (2014) con dos libros me he encontrado. Dos libros que me apetecen mucho.


Gracias a El aventurero de papel en mi lector también están esperando:



Gracias a su autora, Bianca Aparicio, leeré prontito este libro.












Gracias a la editorial Algaida, conoceré mejor la historia de El almirante Mediohombre.
















Y gracias al sorteo que gané en el blog de Serendipia, también podré disfrutar de este libro.











Y mi hija también está muy contenta, que acaba de recibir estos tres libros, gracias a la editorial Anaya, que tienen una pinta fantástica.



De nuevo, no me puedo quejar para nada de cómo me ha ido el mes. ¿Qué tal el vuestro?

miércoles, 25 de febrero de 2015

Larger than life de Jodi Picoult

En Amazon, 2014

Las buenas reseñas que había visto de este libro me hacían ir con las expectativas altas, lo que a veces no es bueno. Pero no ha sido el caso. En esta ocasión he disfrutado plenamente con esta historia, que me ha atrapado desde las primeras páginas, gracias a sus personajes, perfectamente perfilados y desarrollados. Y gracias a una historia que está perfectamente hilvanada y que ha logrado emocionarme más de una vez.

Alice es la protagonista de este breve libro. Ella es una científica que está trabajando en Botswana, estudiando el comportamiento de los elefantes africanos. Cuando se topa con una cría de elefante huérfana, tras haber sido su madre abatida por cazadores, seguirá los dictados de su corazón y se la llevará para que la cría tenga una oportunidad de sobrevivir. Pero está rompiendo con una de las máximas de su trabajo: no intervenir. Dejar que la Naturaleza siga su curso. Pero si Alice hiciera esto, sabe que está condenando a la cría a la muerte... Difícil cuestión, ¿verdad? Hacer lo correcto y dejar que el bebé elefante muera o romper con todo y darle una oportunidad a la cría para vivir...

La especial relación que mantiene con el elefante, al que da el nombre de Lesego, le llevará a Alice recordar la difícil relación que siempre ha mantenido con su madre. Difícil porque parece que Alice no ha cumplido nuca con las expectativas que su madre había puesto en ella. Difícil porque su madre siempre ha sido muy exigente. Difícil porque su madre siempre ha sido una mujer fría, poco dada a tener gestos de cariño, de afecto, de amor... Alice siempre ha sentido a su madre lejos, ausente. Y poco a poco, a través de sus recuerdos, nos damos cuenta del dolor que siempre ha sentido ella por no tener su apoyo, por no tener su cariño.

Y de esta manera consigue Picoult emocionarnos. Enseñándonos el alma de de Alice, a través de su relación tanto con Lesego como con su madre. Y nos ofrece así un personaje complejo, muy bien desarrollado, cercano, muy humano, con el que es fácil empatizar desde los primeros momentos.

También tiene Picoult tiempo para hacernos reflexionar sobre la caza de elefantes. Un grave problema que está haciendo que esta especie animal esté en peligro de extinción. Mucho aprendemos con este libro del comportamiento de estos animales y del daño que les estamos causando. 

Y todo contado de forma muy sencilla, muy clara y muy ágilmente. No he tenido que recurrir en muchas ocasiones al diccionario, así que me ha resultado fácil seguir el hilo de esta historia. Y me ha gustado mucho el estilo de la autora. Sin lugar a dudas, repetiré con ella.



lunes, 23 de febrero de 2015

Leemos el Quijote (2º parte): Capítulo XI y capítulo XII

http://bourbonstreet-porlomenix.blogspot.com.es/2015/01/reto-en-2015-leemos-el-quijote.html


Capítulo XI:

Empieza este capítulo con un Sancho que tiene que animar a su señor, que aún anda desanimado por no haber podido contemplar la belleza de Dulcinea. Quizás tiene cierto sentimiento de culpabilidad por engañar a don Quijote.
-Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuestra merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas a Rocinante, y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto? ¿Qué descaecimiento es éste? ¿Estamos aquí, o en Francia? Mas que se lleve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo, pues vale más la salud de un solo caballero andante que todos los encantos y transformaciones de la tierra.
Aunque no puede evitar preocupación al pensar que los vencidos por don Quijote no reconocerán a la dama. Pero para esto tiene nuestro caballero rápida respuesta:
-Quizá, Sancho -respondió don Quijote-, no se estenderá el encantamento a quitar el conocimiento de Dulcinea a los vencidos y presentados gigantes y caballeros; y, en uno o dos de los primeros que yo venza y le envíe, haremos la experiencia si la ven o no, mandándoles que vuelvan a darme relación de lo que acerca desto les hubiere sucedido. 
No termina esta conversación al interponerse una carreta en el camino. Una carreta peculiar...
Venía la carreta descubierta al cielo abierto, sin toldo ni zarzo. La primera figura que se ofreció a los ojos de don Quijote fue la de la misma Muerte, con rostro humano; junto a ella venía un ángel con unas grandes y pintadas alas; al un lado estaba un emperador con una corona, al parecer de oro, en la cabeza; a los pies de la Muerte estaba el dios que llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcaj y saetas. Venía también un caballero armado de punta en blanco, excepto que no traía morrión, ni celada, sino un sombrero lleno de plumas de diversas colores; con éstas venían otras personas de diferentes trajes y rostros.
 Ya esperaba don Quijote una nueva aventura. Pero al final no fue así. Solo era una compañía de comediantes que contaban con el tiempo justo para actuar en un pueblo cercano y ni se habían cambiado. Y aquí viene una de las grandes frases del caballero. Una frase que nos advierte sobre los engaños y desengaños...
-Por la fe de caballero andante -respondió don Quijote-, que, así como vi este carro, imaginé que alguna grande aventura se me ofrecía; y ahora digo que es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño.
Y también nos habla del gusto de don Quijote por el teatro. Quizás Cervantes quiso hacer aquí un pequeño homenaje a este género que él también disfrutaba. 
Andad con Dios, buena gente, y haced vuestra fiesta, y mirad si mandáis algo en que pueda seros de provecho, que lo haré con buen ánimo y buen talante, porque desde mochacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula. 
 Pero no termina esta aventura del todo bien. Uno de los comediantes provoca la huída veloz de Rocinante, que hacer caer a nuestro caballero y aprovecha que Sancho acude a ayudarle para hacerse con su asno. Intentará don Quijote defender su honor, pero Sancho le recordará que:
-Asaz de locura sería intentar tal empresa: considere vuesa merced, señor mío, que para sopa de arroyo y tente bonete, no hay arma defensiva en el mundo, si no es embutirse y encerrarse en una campana de bronce; y también se ha de considerar que es más temeridad que valentía acometer un hombre solo a un ejército donde está la Muerte, y pelean en persona emperadores, y a quien ayudan los buenos y los malos ángeles; y si esta consideración no le mueve a estarse quedo, muévale saber de cierto que, entre todos los que allí están, aunque parecen reyes, príncipes y emperadores, no hay ningún caballero andante.
Don Quijote le dará la razón a Sancho:
-Ahora sí -dijo don Quijote- has dado, Sancho, en el punto que puede y debe mudarme de mi ya determinado intento. Yo no puedo ni debo sacar la espada, como otras veces muchas te he dicho, contra quien no fuere armado caballero. A ti, Sancho, toca, si quieres tomar la venganza del agravio que a tu rucio se le ha hecho, que yo desde aquí te ayudaré con voces y advertimientos saludables.
Pero el escudero prefiere no pelear:
-No hay para qué, señor -respondió Sancho-, tomar venganza de nadie, pues no es de buenos cristianos tomarla de los agravios; cuanto más, que yo acabaré con mi asno que ponga su ofensa en las manos de mi voluntad, la cual es de vivir pacíficamente los días que los cielos me dieren de vida. 
Capítulo XII:

Nos regala este capítulo una de las grandes reflexiones de don Quijote acerca de la vida:

-Así es verdad -replicó don Quijote-, porque no fuera acertado que los atavíos de la comedia fueran finos, sino fingidos y aparentes, como lo es la mesma comedia, con la cual quiero, Sancho, que estés bien, teniéndola en tu gracia, y por el mismo consiguiente a los que las representan y a los que las componen, porque todos son instrumentos de hacer un gran bien a la república, poniéndonos un espejo a cada paso delante, donde se veen al vivo las acciones de la vida humana, y ninguna comparación hay que más al vivo nos represente lo que somos y lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes. Si no, dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.

-Sí he visto -respondió Sancho.

-Pues lo mesmo -dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura. 
Y se advierte como Sancho cada vez, como dice don Quijote, es menos simple:
-¡Brava comparación! -dijo Sancho-, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

-Cada día, Sancho -dijo don Quijote-, te vas haciendo menos simple y más discreto.

-Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced -respondió Sancho-; que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos: quiero decir que la conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mí que sean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mío. 
Aparece un nuevo personaje, el "Caballero del bosque", quien se lamenta de la indiferencia de su dama, Casildea de Vandalia.
-¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Cómo que será posible, serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas peregrinaciones y en ásperos y duros trabajos este tu cautivo caballero? ¿No basta ya que he hecho que te confiesen por la más hermosa del mundo todos los caballeros de Navarra, todos los leoneses, todos los tartesios, todos los castellanos, y, finalmente, todos los caballeros de la Mancha? 
Ante estas palabras, no puede evitar don Quijote indicarle a su escudero:
-Eso no -dijo a esta sazón don Quijote-, que yo soy de la Mancha y nunca tal he confesado, ni podía ni debía confesar una cosa tan perjudicial a la belleza de mi señora; y este tal caballero ya vees tú, Sancho, que desvaría. Pero, escuchemos: quizá se declarará más. 
No me cae bien este nuevo personaje, que cuando Sancho habla, lo primero que hace es recriminarle:
-Nunca he visto yo escudero -replicó el del Bosque- que se atreva a hablar donde habla su señor; a lo menos, ahí está ese mío, que es tan grande como su padre, y no se probará que haya desplegado el labio donde yo hablo.

-Pues a fe -dijo Sancho-, que he hablado yo, y puedo hablar delante de otro tan..., y aun quédese aquí, que es peor meneallo. 
Al final, termina Sancho marchando con el escudero del "Caballero del bosque", dejando a su señor charlando con este personaje.
-Vámonos los dos donde podamos hablar escuderilmente todo cuanto quisiéremos, y dejemos a estos señores amos nuestros que se den de las astas, contándose las historias de sus amores; que a buen seguro que les ha de coger el día en ellas y no las han de haber acabado.
 
-Sea en buena hora -dijo Sancho-; y yo le diré a vuestra merced quién soy, para que vea si puedo entrar en docena con los más hablantes escuderos.
 
Con esto se apartaron los dos escuderos, entre los cuales pasó un tan gracioso coloquio como fue grave el que pasó entre sus señores.

 

domingo, 22 de febrero de 2015

Las lecturas de Marta: Perla y los ratones traviesos de Wendy Harmer e ilustrado por Mike Zarb

Ediciones Beascoa
15 x 22 cm.  Nº páginas: 48 pags
Lengua: Castellano
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788448821425
Nº Edición: 1ª
Año de edición: 2005

 

No sé cuantas veces ha podido leer mi hija este cuento. Y es que le encanta. Este es el primer libro de la colección y en él se nos presenta a Perla, un hada que vive en el parque de una ciudad. Cuando el parque se cierra, ella es la encargada de mantener el orden para que todo esté bien cuando al día siguiente se abra de nuevo. Todo ello, claro está, con la ayuda de los animales del parque.  Una noche, para que todo resulte más fácil, decide poner una lista con las cosas que tiene que hacer cada uno. Pero los primeros en ver la lista son unos ratones muy traviesos (y aquí empieza la parte que más le gusta a mi hija) y ellos deciden cambiarla por otra. 
Cuando Perla se levanta al día siguiente se encuentra con situaciones disparatadas. Tiene que salir corriendo para ayudar primero a la araña, que por poco se ahoga saltando de nenúfar en nenúfar en la fuente, luego a mamá pata, que se ha subido a la rama de un árbol y ahora no puede bajar, después a la zarigüeya, que no sabe nadar y está bañándose en el estanque, y, por último, a las ranas, que se han enredado en la telaraña que ellas mismas estaban haciendo. Cuando Perla descubre que todo se debe a la lista que los ratones han colgado, evidentemente, ellos tienen su merecido castigo. Y todo vuelve a la normalidad.
Lo más destacable de este cuento son sus magníficas ilustraciones. Me enamoré de ellas desde la primera vez que lo descubrí y poquito a poquito le he hecho la colección completa a mi hija. La letra es grandecita y perfectamente legible. El único pero que puedo ponerle es cuando el dibujo de la página es oscuro y la letra sigue siendo oscura a su vez. Pierde una los ojos para poder leerlo. Por lo demás, es un cuento fantástico para niños cuya edad esté entre los seis y los ocho años más o menos.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Un destripador de antaño y otros cuentos de Emilia Pardo Bazán

Un destripador de antaño y otros cuentos
Emilia Pardo Bazán,
Alianza Editorial, 2015 (tercera edición)
Si bien en el momento de su publicación, las novelas y relatos de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) suscitaron ásperas críticas e indignadas protestas por la crudeza de sus situaciones y la audacia de su lenguaje, el paso del tiempo ha acabado dando paso a un general acuerdo sobre su capacidad de fabulación y expresividad lírica. Los temas argumentales seleccionados para esta nueva edición de Un destripador de antaño y otros cuentos, ampliada con una introducción y dos nuevos relatos ­«El indulto» y «Por el arte», dechado de humor irónico que contribuye a dar un tono menos tremendo al conjunto­, cubren un espectro tan amplio como característico: la sordidez y primitivismo del mundo rural, la brutal instrumentalización de las relaciones familiares, la barbarie de los celos, la fugacidad de los sentimientos, etc.
Y poco puedo añadir a estas acertadas palabras de José Luis López Múñoz, el autor del prólogo de esta maravillosa edición. Son quince relatos los que componen este libro. Relatos que nos sorprenden por su crudeza, por el modo sombrío e intenso con el que la autora consigue plasmar las sordideces y miserias del ser humano en su vida codidiana... La autora va a saber captar nuestra atención desde las primeras líneas de cada relato, que son tan breves e intensos y tienen tal carga dramática que no vamos a poder soltar hasta terminar con cada una de las historias. Y aunque me suele gustar leer los cuentos despacito, eligiendo una historia al día, en este caso me ha costado hacerlo así. Terminaba un relato y empezaba el siguiente para ver cómo Emilia Pardo Bazán iba a sorprenderme de nuevo. Y de nuevo quedaba enganchada a la historia y no podía parar hasta terminarlo. "Por el arte" es el relato que más se aleja del tono dramático y pesimista que acompañan a todas las historias que integran esta antología. La fina ironía que destilan sus páginas nos va a arrancar más de una sonrisa y nos permite descansar del tono sombrío que caracterizan al resto de relatos.

Ambientados unos cuentos en el mundo urbano (El indulto, Por el arte, Un duro falso, Náufragas y El baile del Querubín) y otros en el mundo rural ( La mayorazga de Bouzas, Un destripador de antaño, La santa de Karnar, Tío Terrores, El sexte, Cuesta abajo, El fondo del alma, Lumbrarada, Las medias rojas y La advertencia), Pardo Bazán sabe crear en ambos casos una atmósfera asfixiante, opresiva, cruel... El mayor mérito reside que lo consigue con muy pocas páginas. No le hace falta largas descripciones para transmitir ese mundo sórdido en el que se desarrollan sus historias.


http://www.lacavernaliteraria.com/2015/01/i-ciclo-de-lectura-emilia-pardo-bazan.htmlRasgo común también de todos estos relatos es la fuerza que tienen todos sus personajes. Personajes absolutamente creíbles, de carne y hueso, que se enfrentan a la vida, a los problemas, a sus miserias... Personajes que pocos motivos tienen para sonreír a la vida. Personajes que impactan y perduran en nuestras memorias.
 

Sobre la prosa de Emilia Pardo Bazán, solo puedo decir que ha sido un auténtico placer volver a ella. Rica, llena de matices, sórdida, sombría... Es otra de las grandes razones para leer esta magnífica y cuidada antología.Y para seguir leyendo a esta gran autora.


lunes, 16 de febrero de 2015

Leemos el Quijote (2º parte): Capítulo IX y capítulo X

http://bourbonstreet-porlomenix.blogspot.com.es/2015/01/reto-en-2015-leemos-el-quijote.html


Capítulo IX:

En el Toboso se encuentran don Quijote y Sancho. Temeroso está Sancho que el caballero descubra su engaño. Que no sabe él donde vive Dulcinea. ¿Cómo va a dirigir a don Quijote hacia ella? Y en esta búsqueda de la casa de Dulcinea, de nuevo veremos como ese mundo real que muestra Sancho se enfrenta al mundo en el que don Quijote vive.
-Ya lo veo -respondió Sancho-; y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura, que no es buena señal andar por los cimenterios a tales horas, y más, habiendo yo dicho a vuestra merced, si mal no me acuerdo, que la casa desta señora ha de estar en una callejuela sin salida.

-¡Maldito seas de Dios, mentecato! -dijo don Quijote-. ¿Adónde has tú hallado que los alcázares y palacios reales estén edificados en callejuelas sin salida?

-Señor -respondió Sancho-, en cada tierra su uso: quizá se usa aquí en el Toboso edificar en callejuelas los palacios y edificios grandes; y así, suplico a vuestra merced me deje buscar por estas calles o callejuelas que se me ofrecen: podría ser que en algún rincón topase con ese alcázar, que le vea yo comido de perros, que así nos trae corridos y asendereados.

-Habla con respeto, Sancho, de las cosas de mi señora -dijo don Quijote-, y tengamos la fiesta en paz, y no arrojemos la soga tras el caldero.
Casi se confiesa Sancho ante su señor, pero éste cree que su escudero está burlándose:

-Tú me harás desesperar, Sancho -dijo don Quijote-. Ven acá, hereje: ¿no te he dicho mil veces que en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta?

-Ahora lo oigo -respondió Sancho-; y digo que, pues vuestra merced no la ha visto, ni yo tampoco...

-Eso no puede ser -replicó don Quijote-; que, por lo menos, ya me has dicho tú que la viste ahechando trigo, cuando me trujiste la respuesta de la carta que le envié contigo.

-No se atenga a eso, señor -respondió Sancho-, porque le hago saber que también fue de oídas la vista y la respuesta que le truje; porque, así sé yo quién es la señora Dulcinea como dar un puño en el cielo.

-Sancho, Sancho -respondió don Quijote-, tiempos hay de burlar, y tiempos donde caen y parecen mal las burlas. No porque yo diga que ni he visto ni hablado a la señora de mi alma has tú de decir también que ni la has hablado ni visto, siendo tan al revés como sabes. 
Finalmente, viendo al caballero triste, Sancho consigue convencerle para que espere fuera de la ciudad mientras él busca a Dulcinea. Y así logra evitar contarle la verdad sobre la carta que don Quijote mandó a Dulcinea cuando estaba en Sierra Morena.

Capítulo X:

Empieza este capítulo confesando Cide Hamete que se asombra por las locuras cometidas por don Quijote, pero que quiere ser fiel a los hechos y por eso no va a dejar nada por decir:

Llegando el autor desta grande historia a contar lo que en este capítulo cuenta, dice que quisiera pasarle en silencio, temeroso de que no había de ser creído, porque las locuras de don Quijote llegaron aquí al término y raya de las mayores que pueden imaginarse, y aun pasaron dos tiros de ballesta más allá de las mayores. Finalmente, aunque con este miedo y recelo, las escribió de la misma manera que él las hizo, sin añadir ni quitar a la historia un átomo de la verdad, sin dársele nada por las objeciones que podían ponerle de mentiroso.
 Hasta el propio traductor expone su opinión sobre esto:
Y tuvo razón, porque la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.
 No deja cabo suelto Cervantes para dar verosimilitud a su obra.

Nos sorprende en este capítulo el uso del monólogo por parte de Sancho, quien una vez solo, piensa cómo salir del atolladero en el que anda metido:

-Ahora bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida. Este mi amo, por mil señales, he visto que es un loco de atar, y aun también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrán que dice: "Dime con quién andas, decirte he quién eres", y el otro de "No con quien naces, sino con quien paces". Siendo, pues, loco, como lo es, y de locura que las más veces toma unas cosas por otras, y juzga lo blanco por negro y lo negro por blanco, como se pareció cuando dijo que los molinos de viento eran gigantes, y las mulas de los religiosos dromedarios, y las manadas de carneros ejércitos de enemigos, y otras muchas cosas a este tono, no será muy difícil hacerle creer que una labradora, la primera que me topare por aquí, es la señora Dulcinea; y, cuando él no lo crea, juraré yo; y si él jurare, tornaré yo a jurar; y si porfiare, porfiaré yo más, y de manera que tengo de tener la mía siempre sobre el hito, venga lo que viniere. Quizá con esta porfía acabaré con él que no me envíe otra vez a semejantes mensajerías, viendo cuán mal recado le traigo dellas, o quizá pensará, como yo imagino, que algún mal encantador de estos que él dice que le quieren mal la habrá mudado la figura por hacerle mal y daño.
De nuevo Sancho pretende engañar a don Quijote. Así continuarán ya sus aventuras y su prometida ínsula estará más cerca. Porque Sancho demuestra ser listo para engañar, pero para poco más. Que seguir creyendo posible que él llegue a ser gobernador de una ínsula... 

Pero esta vez le costará a Sancho convencer a don Quijote. Cuando Sancho le indique que Dulcinea viene de camino acompañada por dos de sus doncellas, éste saldrá a su encuentro, pero solo verá a las simples aldeanas que realmente son. 

-Yo no veo, Sancho -dijo don Quijote-, sino a tres labradoras sobre tres borricos.

-¡Agora me libre Dios del diablo! -respondió Sancho-. Y ¿es posible que tres hacaneas, o como se llaman, blancas como el ampo de la nieve, le parezcan a vuesa merced borricos? ¡Vive el Señor, que me pele estas barbas si tal fuese verdad!

-Pues yo te digo, Sancho amigo -dijo don Quijote-, que es tan verdad que son borricos, o borricas, como yo soy don Quijote y tú Sancho Panza; a lo menos, a mí tales me parecen.

-Calle, señor -dijo Sancho-, no diga la tal palabra, sino despabile esos ojos, y venga a hacer reverencia a la señora de sus pensamientos, que ya llega cerca.

Y, diciendo esto, se adelantó a recebir a las tres aldeanas; y, apeándose del rucio, tuvo del cabestro al jumento de una de las tres labradoras, y, hincando ambas rodillas en el suelo, dijo:

-Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y grandeza sea servida de recebir en su gracia y buen talente al cautivo caballero vuestro, que allí está hecho piedra mármol, todo turbado y sin pulsos de verse ante vuestra magnífica presencia. Yo soy Sancho Panza, su escudero, y él es el asendereado caballero don Quijote de la Mancha, llamado por otro nombre el Caballero de la Triste Figura.

Convencido por Sancho, nuestro caballero creerá de nuevo haber sido víctima de brujerías...
-Sancho, ¿qué te parece cuán malquisto soy de encantadores? Y mira hasta dónde se estiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me han querido privar del contento que pudiera darme ver en su ser a mi señora. En efecto, yo nací para ejemplo de desdichados, y para ser blanco y terrero donde tomen la mira y asiesten las flechas de la mala fortuna. Y has también de advertir, Sancho, que no se contentaron estos traidores de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron y volvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana, y juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las principales señoras, que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y entre flores. Porque te hago saber, Sancho, que cuando llegé a subir a Dulcinea sobre su hacanea, según tú dices, que a mí me pareció borrica, me dio un olor de ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma. 

-¡Oh canalla! -gritó a esta sazón Sancho- ¡Oh encantadores aciagos y malintencionados, y quién os viera a todos ensartados por las agallas, como sardinas en lercha! Mucho sabéis, mucho podéis y mucho más hacéis. Bastaros debiera, bellacos, haber mudado las perlas de los ojos de mi señora en agallas alcornoqueñas, y sus cabellos de oro purísimo en cerdas de cola de buey bermejo, y, finalmente, todas sus faciones de buenas en malas, sin que le tocárades en el olor; que por él siquiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza; aunque, para decir verdad, nunca yo vi su fealdad, sino su hermosura, a la cual subía de punto y quilates un lunar que tenía sobre el labio derecho, a manera de bigote, con siete o ocho cabellos rubios como hebras de oro y largos de más de un palmo.

domingo, 15 de febrero de 2015

Las lecturas de Marta: Los chicos del ferrocarril de Edith Nesbit

Los chicos del ferrocarril
Edith Nesbit, 
Traducción: Nuria Reina
Berenice, 2013

Cuando Padre desaparece de forma inesperada, y en extrañas circunstancias, Roberta, Peter y Phyllis y su madre tienen que abandonar su feliz y holgada vida familiar en Londres para ir a vivir entre estrecheces a una pequeña casita -llamada Tres Chimeneas- en una aldea en el campo.

   Allí los niños encuentran entretenimiento en una cercana estación de ferrocarril, y hacen amistad con el mismísimo Jefe de Estación, con Perks el Mozo o con el intrigante Anciano Caballero que les saluda puntualmente desde el tren de las 9,15. Pero no logran olvidar el misterio que ha producido tantos cambios en su vida. Madre no quiere decir nada y los chicos saben que es mejor no preguntar pero ¿dónde está Padre? ¿Volverá algún día?

Este libro comencé a leerlo junto a mi hija, pero tengo que reconocer que ella, de nuevo, me abandonó... No logró atraparle esta historia. Así que la dejé marchar en busca de otra lectura que le gustara más. Que leer siempre tiene que ser un placer.

Pero yo continué sola. Me gustaba esta historia. Una historia quizás demasiado dulce, demasiado idílica. Pero a veces me gusta perderme en este tipo de historias, donde todo el mundo te ayuda, donde todo el mundo siempre está ahí para aportar su granito de arena. Una historia que sabes desde el principio que va a tener un final feliz.

Los absolutos protagonistas son los niños. Unos niños muy buenos, muy educados y muy inteligentes. Quizás demasiado buenos, educados e inteligentes... A veces cansan. Pero a pesar de tanta perfección, se les termina cogiendo cariño.

Me ha gustado mucho también el personaje de la madre. Escritora, con la desaparición del padre, ella tiene que hacerse cargo de la familia. Recordemos que el libro fue publicado en 1906. Encontrarse con una madre sola a cargo de toda la familia no tenía que ser muy común. Y a pesar de todas las responsabilidades que tenía, a pesar de todas las preocupaciones, siempre tenía momentos para estar con sus hijos y contarle historias.

El resto de personajes que aparecen en la novela también aparecen idealizados. Todos son personajes solidarios, siempre dispuestos a ayudar, siempre generosos. Cuando alguno comete algún error, pronto se da cuenta y procura enmendarlo.  Una sociedad absolutamente ideal la que refleja Edith Nesbit.

Me ha conquistado el estilo de la autora. Con una prosa sencilla, ligera, poco duró este libro en mis manos. No me ha costado nada seguir las aventuras de los niños, que suceden unas tras otra. Y también me ha gustado encontrarme con un libro que nos recuerda lo importante que es la solidaridad, la generosidad, la integridad, la honestidad...

También ha sido un auténtico placer disfrutar de la cuidada edición de este libro. Un diez para la editorial, que ha tenido  también el detalle de incluir las ilustraciones originales de esta novela. 
En definitiva, un libro muy recomendable, sobre todo si se lee sin tener las expectativas muy altas. Y que creo que disfrutamos más el lector adulto que el niño. Al menos por la experiencia que he tenido. 

sábado, 14 de febrero de 2015

Sábado de sorteos!!!

Encontramos varias oportunidades para hacernos con un ejemplar de La pintora de estrellas de Amelia Noguera.

El búho entre libros y Leyendo en el bus sortean dos ejemplares.
Plazo: Hasta el 1 de marzo.
Bases: aquí y aquí.






El universo de los libros también sortea un ejemplar de esta novela.
Plazo: Hasta el 28 de febrero
Bases: aquí.









El universo de los libros, Libros que hay que leer, Mi mar de letras, Adivina quien lee y De lector a lector nos tientan con la lectura conjunta de Buenaventura. Y para tentarnos aún más, sortean en cada blog tres ejemplares. ¿Os podéis resistir?
Plazo: Hasta el 13 de marzo.






La Orilla de los Libros sortea un ejemplar de El Gran Hotel del Salto de Margarita Barbáchano.
Plazo: Hasta el 28 de febrero
Bases: aquí 








Serendipia sortea tres ejemplares en digital de la primera entrega de Carter and West: Aracne y La muerte viene a cenar.
Plazo: Hasta el 23 de febrero
Bases: aquí 








Los Libros de Hache organiza su primer sorteo y nos tienta con dos auténticas preciosidades. Echadle un ojito a su entrada y seguro que no os vais a poder resistir... 
Plazo: Hasta el 20 de febrero
Bases: aquí 





Libros, exposiciones, excursiones... sortea cinco ejemplares de El nadador en el mar secreto.
Plazo: Hasta el 1 de marzo
Bases: aquí






El rincón de Leira sortea tres ejemplares de Andrajos de Alicia Ordiz.
Plazo: Hasta el 25 de febrero
Bases: aquí.









Adictos a los libros sortea un ejemplar de Detrás del cristal de Mayte Esteban y A las ocho en el Novelty de Carlos Díaz Domínguez.
Plazo: Hasta el 3 de marzo
Bases: Aquí


Igone de Where are my Books? nos propone un original sorteo. Para participar solo hay que proponer un libro o más que no sean muy conocidos pero que nos hayan gustado mucho, mucho pero que mucho. ¿Os animáis? 
Plazo: Hasta el 28 de febrero
Bases: aquí

¡¡¡Suerte a tod@s!!!








viernes, 13 de febrero de 2015

Pasó la noche, amor de José Miguel Núñez

Pasó la noche, amor
José Miguel Núñez,
Ediciones Carena, 2014
Ambientada en la preguerra civil española, la novela aborda el escenario y el universo cultural de una época a través de Bartolomé: un personaje de trazos poderosos, sindicalista y activista, comprometido en primera línea en la transformación social de su tiempo. El amor apasionado, la reconciliación de un pueblo y la memoria olvidada entrelazan una historia actual que irá desentrañando detectivescamente Carmen, una mujer en plena crisis personal en la España de los ochenta. La protagonista se verá involucrada en un descubrimiento inesperado y revelador que le hará emprender un viaje interior y que cambiará su propia vida. Esta es la historia de un amor-mas-fuerte-que-la-muerte, de sueños y traiciones, de compromiso social y conquista de libertades. En un mundo convulso y políticamente inestable, la pasión de una joven pareja se abre al alba de un nuevo día tras una noche que parecía sin final.

Lo primero que me atrajo de esta novela es la época en que una de sus tramas se ambienta. Y es que, aunque he leído mucho de la guerra civil y de la posguerra, de los años inmediatos no he leído absolutamente nada. Tengo que reconocer que mis conocimientos de esta época son los justitos. Así que ví en esta novela una oportunidad de saber más de ellos. Y por esta parte, he disfrutado con la novela porque  se nota que el autor ha hecho una muy buena labor de documentación y ha sabido reflejarla muy bien. 

Y también ha sabido reflejar muy bien la situación del país en los años 80, años en los que sucede la otra trama. Años en los que la democracia estaba reciente, en los que la gente aún andaba entre el miedo por la cercana dictadura y la alegría por la libertad conseguida. Años de cambios. 

En cuanto a los personajes, sobresale sobre todo la figura de Bartolomé Blanco, un personaje real, como el propio autor nos informa al final de la novela. Un personaje muy bien desarrollado al que José Miguel Núñez mima mucho. Sindicalista católico, luchará hasta el final por defender sus ideas. Y hasta el final demostrará su amor por Maruja, la mujer con la que deseaba casarse y tener un futuro juntos. 

El resto de personajes no están ya tan bien perfilados. Maruja, que tiene protagonismo en ambos hilos temporales, tiene siempre un papel secundario y poco sabemos de ella. Y Carmen, la hija de Maruja, la protagonista de la segunda trama, está debilmente dibujado. Tras un matrimonio de 20 años, ha decidido separarse.Y una nueva vida empieza para ella. Y aunque este hecho nos haga creer que nos vamos a encontrar a una mujer fuerte y segura de sí misma, es más bien todo lo contrario. Se muestra insegura, débil. No sabe qué hacer con su vida, no sabe aún qué rumbo tomar. 

Me ha gustado también el estilo del autor, cuidado, elegante, culto. El único pero que le puedo poner está en los diálogos, a veces demasiado extensos, que no resultan muy naturales y que parece usar el el escritor para exponer sus ideología. Y es aquí donde falla sobre todo este libro. Que el autor no ha sabido narrar con objetividad esta historia. Sus inclinaciones están claras y parece que quiere convencernos de que son las correctas. Y esto es lo que ha hecho que no haya conseguido meterme de lleno en esta historia. 

Recomendable esta novela si os gusta el género histórico y acercaros a un período de nuestra historia muchas veces novelado, pero aquí desde una perspectiva distinta, que es lo que la hace original.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Disjecta membra de Alberto Hontoria

 Disjecta membra
Alberto Hontoria
Editorial El Desvelo, 2014
Amelia Gallagher ve mutiladas sus piernas tras sufrir un accidente de tráfico. Seth Randolph nació con una amputación congénita del brazo izquierdo. Jack Endore se queda ciego a causa de la progresiva degeneración de sus retinas. A ojos de la sociedad son discapacitados, seres humanos inservibles. Pero en sus vidas se cruza el multimillonario Russell Cotard. Y Cotard tiene un plan. Juntos fundarán un grupo de héroes imprevistos que acabarán convirtiéndose en auténticos ídolos de masas: héroes sin capa ni mallas, justicieros que han padecido en sus carnes la injusticia, más que válidos... superválidos.

No es Disjecta membra un libro al que me hubiera acercado si no hubiera sido por la gran reseña de Mientrasleo, que despertó toda mi atención. No me hubiera acercado porque se aleja totalmente de mis lecturas habituales. Pero a veces también apetece cambiar. Y si además el autor te facilita su lectura, ya es demasiada tentación.

Y desde luego he acertado al leer esta novela. Una novela cuyo argumento puede hacernos pensar que nos encontramos ante una novela futurista, una novela de superhéroes  sin mucho más contenido. Pero no. Nos encontramos con una novela que nos va a invitar a la reflexión, que tiene mucha carga crítica a esta sociedad en la que vivimos y que tan pocas facilidades da  y tan poco valora a las personas minusválidas o discapacitadas. 

Me ha gustado mucho el modo en que el autor ha permitido que nos acerquemos a los personajes. Todos cuentan con sus propios capítulos y conocemos sus historias por ellos mismos. Estos capítulos están narrados en primera persona y nos permiten conocer en profundidad a tres de los principales personajes de esta historia. Así, conocemos lo que sienten desde el primer momento. Conocemos sus vidas antes de que Cotard aparezca y éstas den un giro total. Y somos testigos del nacimiento del grupo. Las continuas pruebas a las que se someten antes de salir a la calle y demostrar ante el mundo en lo que se han convertido, antes de sus primeras hazañas. Y conocemos sus reacciones ante la fama que van adquiriendo, cuando empiecen a acaparar las portadas de todos los medios de comunicación. Y sabemos si harán un buen uso de sus nuevas habilidades... Porque no los intereses de todos ellos son los mismos. Porque hay uno de ellos cuya principal motivación para participar en este experimento es la venganza...  Personajes todos muy humanos, muy reales, a los que nos resulta fácil creer.

El personaje del que menos sabemos es Cotard. Es el más enigmático. No conocemos bien las razones que le llevan a convertir a estas personas en "superválidos". No sabemos qué persigue con esto. Es el único que no nos habla en primera persona. Ni siquiera sabemos de su vida, solo lo que su criado nos cuenta casi al llegar al final de la novela. Un criado que hace que nos recuerde un poco a la figura de Bruce Wayne. Lo que sí llegamos a ver es el cambio que en él se produce. No parece asimilar el éxito que ha conseguido. La ambición empieza a cegarle. Los límites entre la cordura y la locura empiezan a tambalearse. Y nos va a regalar este personaje un final inesperado que me ha dejado  con la boca abierta... Y que me ha dejado con ganas de más. ¿Se puede decir algo mejor de un libro?


lunes, 9 de febrero de 2015

Leemos el Quijote (2º parte): Capítulo VII y capítulo VIII

http://bourbonstreet-porlomenix.blogspot.com.es/2015/01/reto-en-2015-leemos-el-quijote.html


Capítulo VII:

Intenta Sancho en este capítulo conseguir que don Quijote le pague un sueldo. Es su mujer quien insiste en esto. Que no son buenos tiempos ecónomicamente (¿alguna vez los ha habido buenos?) y la mujer de Sancho, Teresa, lo que quiere es un sueldo para asegurarse el sustento. Que a ella lo de la ínsula ni la convence, ni la desea. Pero no consigue sus propósitos el pobre Sancho:
Mira, Sancho: yo bien te señalaría salario, si hubiera hallado en alguna de las historias de los caballeros andantes ejemplo que me descubriese y mostrase, por algún pequeño resquicio, qué es lo que solían ganar cada mes, o cada año; pero yo he leído todas o las más de sus historias, y no me acuerdo haber leído que ningún caballero andante haya señalado conocido salario a su escudero. Sólo sé que todos servían a merced, y que, cuando menos se lo pensaban, si a sus señores les había corrido bien la suerte, se hallaban premiados con una ínsula, o con otra cosa equivalente, y, por lo menos, quedaban con título y señoría. Si con estas esperanzas y aditamentos vos, Sancho, gustáis de volver a servirme, sea en buena hora: que pensar que yo he de sacar de sus términos y quicios la antigua usanza de la caballería andante es pensar en lo escusado. Así que, Sancho mío, volveos a vuestra casa, y declarad a vuestra Teresa mi intención; y si ella gustare y vos gustáredes de estar a merced conmigo, bene quidem; y si no, tan amigos como de antes; que si al palomar no le falta cebo, no le faltarán palomas. Y advertid, hijo, que vale más buena esperanza que ruin posesión, y buena queja que mala paga. Hablo de esta manera, Sancho, por daros a entender que también como vos sé yo arrojar refranes como llovidos. Y, finalmente, quiero decir, y os digo, que si no queréis venir a merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios quede con vos y os haga un santo; que a mí no me faltarán escuderos más obedientes, más solícitos, y no tan empachados ni tan habladores como vos.
Interviene Sansón Carrasco, ofreciéndose como escudero. Pícaro personaje éste, que juega a engañar a todo el mundo, a don Quijote, a Sancho, al cura, al ama... Pero no lo aceptara nuestro caballero.
Pero no permita el cielo que, por seguir mi gusto, desjarrete y quiebre la coluna de las letras y el vaso de las ciencias, y tronque la palma eminente de las buenas y liberales artes. Quédese el nuevo Sansón en su patria, y, honrándola, honre juntamente las canas de sus ancianos padres; que yo con cualquier escudero estaré contento, ya que Sancho no se digna de venir conmigo.
Y finalmente Sancho se mantendrá fiel a  don Quijote y decidirá marchar nuevamente con él.
-Sí digno -respondió Sancho, enternecido y llenos de lágrimas los ojos; y prosiguió-: No se dirá por mí, señor mío: el pan comido y la compañía deshecha; sí, que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida, que ya sabe todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas, de quien yo deciendo, y más, que tengo conocido y calado por muchas buenas obras, y por más buenas palabras, el deseo que vuestra merced tiene de hacerme merced; y si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi salario, ha sido por complacer a mi mujer; la cual, cuando toma la mano a persuadir una cosa, no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como ella aprieta a que se haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de ser hombre, y la mujer, mujer; y, pues yo soy hombre dondequiera, que no lo puedo negar, también lo quiero ser en mi casa, pese a quien pesare; y así, no hay más que hacer, sino que vuestra merced ordene su testamento con su codicilo, en modo que no se pueda revolcar, y pongámonos luego en camino, porque no padezca el alma del señor Sansón, que dice que su conciencia le lita que persuada a vuestra merced a salir vez tercera por ese mundo; y yo de nuevo me ofrezco a servir a vuestra merced fiel y legalmente, tan bien y mejor que cuantos escuderos han servido a caballeros andantes en los pasados y presentes tiempos. 
Capítulo VIII:

De nuevo aparece Cide Hamete, demostrando su alegría por la nueva salida de don Quijote y Sancho. Al Toboso se dirigen, ya que nuestro caballero tiene la intención de recibir la bendición de Dulcinea.
...allí tomaré la bendición y buena licencia de la sin par Dulcinea, con la cual licencia pienso y tengo por cierto de acabar y dar felice cima a toda peligrosa aventura, porque ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas. 
Y de nuevo no se pone de acuerdo nuestra pareja protagonista. De nuevo se produce el enfrentamiento entre ese mundo real que ve Sancho y el mundo imaginario de don Quijote.
-Yo así lo creo -respondió Sancho-; pero tengo por dificultoso que vuestra merced pueda hablarla ni verse con ella, en parte, a lo menos, que pueda recebir su bendición, si ya no se la echa desde las bardas del corral, por donde yo la vi la vez primera, cuando le llevé la carta donde iban las nuevas de las sandeces y locuras que vuestra merced quedaba haciendo en el corazón de Sierra Morena.

-¿Bardas de corral se te antojaron aquéllas, Sancho -dijo don Quijote-, adonde o por donde viste aquella jamás bastantemente alabada gentileza y hermosura? No debían de ser sino galerías o corredores, o lonjas, o como las llaman, de ricos y reales palacios.

-Todo pudo ser -respondió Sancho-, pero a mí bardas me parecieron, si no es que soy falto de memoria.

-Con todo eso, vamos allá, Sancho -replicó don Quijote-, que como yo la vea, eso se me da que sea por bardas que por ventanas, o por resquicios, o verjas de jardines; que cualquier rayo que del sol de su belleza llegue a mis ojos alumbrará mi entendimiento y fortalecerá mi corazón, de modo que quede único y sin igual en la discreción y en la valentía.

-Pues en verdad, señor -respondió Sancho-, que cuando yo vi ese sol de la señora Dulcinea del Toboso, que no estaba tan claro, que pudiese echar de sí rayos algunos, y debió de ser que, como su merced estaba ahechando aquel trigo que dije, el mucho polvo que sacaba se le puso como nube ante el rostro y se le escureció. 
Finalmente don Quijote vuelve a creer que todo ese mundo que percibe Sancho está encantado. Que de nuevo hay alguien que no quiere que él alcance la gloria.
Y desta manera debía de ser el de mi señora cuando tú la viste; sino que la envidia que algún mal encantador debe de tener a mis cosas, todas las que me han de dar gusto trueca y vuelve en diferentes figuras que ellas tienen; y así, temo que, en aquella historia que dicen que anda impresa de mis hazañas, si por ventura ha sido su autor algún sabio mi enemigo, habrá puesto unas cosas por otras, mezclando con una verdad mil mentiras, divertiéndose a contar otras acciones fuera de lo que requiere la continuación de una verdadera historia. ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias. 
De la envidia pasan a hablar de la fama. Una fama que nuestro caballero no persigue. Él persigue la gloria eterna.
Todas estas y otras grandes y diferentes hazañas son, fueron y serán obras de la fama, que los mortales desean como premios y parte de la inmortalidad que sus famosos hechos merecen, puesto que los cristianos, católicos y andantes caballeros más habemos de atender a la gloria de los siglos venideros, que es eterna en las regiones etéreas y celestes, que a la vanidad de la fama que en este presente y acabable siglo se alcanza; la cual fama, por mucho que dure, en fin se ha de acabar con el mesmo mundo, que tiene su fin señalado. Así, ¡oh Sancho!, que nuestras obras no han de salir del límite que nos tiene puesto la religión cristiana, que profesamos. Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros. Ves aquí, Sancho, los medios por donde se alcanzan los estremos de alabanzas que consigo trae la buena fama.
 Atendiendo a esta explicación del caballero, Sancho le pregunta que por qué no aspiran mejor a ser santos, ya que a ellos les pertenecen, sin lugar a dudas, esa buena fama. Pero también para esto tiene respuesta don Quijote:
-Todo eso es así -respondió don Quijote-, pero no todos podemos ser frailes, y muchos son los caminos por donde lleva Dios a los suyos al cielo: religión es la caballería; caballeros santos hay en la gloria.

-Sí -respondió Sancho-, pero yo he oído decir que hay más frailes en el cielo que caballeros andantes.

-Eso es -respondió don Quijote- porque es mayor el número de los religiosos que el de los caballeros.

-Muchos son los andantes -dijo Sancho.

-Muchos -respondió don Quijote-, pero pocos los que merecen nombre de caballeros.








domingo, 8 de febrero de 2015

Todo está en nada de Amelia Cobos

¿Y si existiera otra manera de vivir?Carlos es un niño de once años que en verano no puede ir de vacaciones. En pleno episodio de frustración conocerá a alguien quien, mediante explicaciones sencillas y ejemplos, le responderá a esta y otras preguntas.Todo está en Nada es un cuento inspirador sobre el Amor y las emociones; una bonita historia que invita a reflexionar sobre aspectos profundos de la vida, exponiéndolos de forma directa y amena. Este libro es una buena opción de lectura para niños curiosos, a partir de doce años, pero resulta especialmente recomendada para otro tipo de niño: el que aún vive en el interior de todos los adultos.


 
Cuando recibí este libro  pensé que podría ser una buena lectura para compartir con mi hija. Pero me parece que voy a esperar a que cumpla los doce para intentarlo de nuevo, porque en esta primera ocasión, tras las primeras páginas, mi hija no se sentía muy atraída por esta historia. Y es que es un libro que nos invita a reflexionar, que nos invita a pensar. Y a mi pequeña lectora si no hay aventuras de por medio...
El protagonista es un niño de once años, hijo único de padres divorciados, que un buen día cree que es el fin del mundo porque su madre le dice que ese verano no van a tener vacaciones. Enfadado, sale de su casa. Y será la conversación con un viejo roble el que lo haga madurar, el que lo haga crecer. Muchas preguntas se planteará y el roble le ayudará a encontrar las respuestas. Y averiguará qué es el ego, qué es el amor, qué son las emociones... Y descubrirá que ser feliz es sencillo, que sólo hay que disfrutar, que solo tenemos que cuidar lo que ya tenemos. Aprenderá que:
La vida es simple y sencillamente hay que vivirla.
 Contada con sencillez, poco ha durado esta lectura entre mis manos. Se deja leer fácilmente y encontramos frases bellísimas y cargadas de acertadas reflexiones.

“La vida es un espejo, las personas ven en otras lo que no son capaces de detectar en sí mismas. Todo lo que ves a tu alrededor es un reflejo de ti mismo y de tu mundo interior.”

Ronda de sorteos!!!


Pedro (El búho entre libros) y Teresa (Leyendo en el bus) sortean un ejemplar de In vino veritas, de Virginia Gasull. 
Plazo: Hasta el 22 de febrero
Bases: aquí.





Carmina (De tinta en vena) y Kayena (Negro sobre blanco) sortean un ejemplar cada una de La pintora de estrellas de Amelia Noguera.
Plazo: Hasta el 12 de febrero.
Bases: aquí.





Adictos a los libros sortea un ejemplar de La hermandad de Marcos Chicot.
Plazo: Hasta el 28 de febrero.
Bases: aquí









Laky (Libros que hay que leer) sortea 5 ejemplares de El dios del desierto de Wilbur Smith.
Plazo: Hasta el 13 de febrero.
Bases: aquí.








Albanta (Adivina quien lee) celebra su cuarto aniversario sorteando un ejemplar de Un otoño en California de Noemí Rivera.
Plazo: Hasta el 10 de febrero.
Bases: aquí.  








También sortea un ejemplar de Ontromus de Celia Corral.
Plazo: Hasta el 23 de febrero.
Bases: aquí.









Tatty (El Universo de los Libros) celebra también su cuarto aniversario sorteando los siguientes libros:



Plazo: Hasta el 21 de febrero.
Bases: aquí.

¡¡¡Mucha suerte a tod@s!!!