Amélie Nothomb
Trad. Sergi Pàmies
Anagrama, 2006
Esta novela con declarada carga autobiográfica, que ha obtenido un éxito impresionante en Francia, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas. Con «Estupor y temblores»: así es como el emperador del Sol Naciente exigía que sus súbditos se presentaran ante él. En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble handicap de ser a la vez occidental y mujer –extraviada en un hormiguero de burócratas, subyugada además por la muy japonesa belleza de su superior directa, con la cual tiene unas relaciones de franca perversidad–, sufre una cascada de humillaciones.Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, superiores sádicos, la joven Amélie empieza en contabilidad, luego a servir cafés, pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un despego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos... masculinos.
Estupor y temblores ha supuesto mi estreno con Amelie Nothomb. Y, sinceramente, ha resultado una lectura que me ha dejado totalmente indiferente.
En esta novela, Amélie, basándose en su propia experiencia, describe con mucha ironía y con mucho cinismo, cómo es trabajar en una empresa en Japón. Aquí, la jerarquía debe ser respetada en todo momento, debe ser obedecida. Aquí, la iniciativa no se premia sino que se ve como una amenaza. Y por esta razón, cada vez le dan a Amélie un trabajo muy por debajo de sus posibilidades. Primero tendrá que fingir que no entiende el japonés, un idioma que domina a la perfección; luego se limitará a fotocopiar el mismo documento tantas veces como su jefe le ordene; aburrida, ella misma se impondrá como tarea cambiar las fechas de los calendarios de todas las oficinas, pero tampoco gustará este gesto y, finalmente, le encargarán la limpieza de los aseos.
Y Amélie lo aguantará todo. Resistirá hasta el final, para demostrar que también puede, que no se rinde fácilmente. Y todo contado con humor, con ironía, criticando esta severa sociedad japonesa, donde las emociones parecen estar prohibidas. Una sociedad estrictamente jerarquizada, basada en la obediencia, con multitud de obligaciones de las que nadie, y mucho menos la mujer, puede escapar.
Pero no he podido conectar con esta historia. No he logrado meterme en ella. Me ha resultado todo muy frío. No he logrado empatizar con la protagonista en ningún momento ni creerme su historia. Eso sí, es una novela breve, con una prosa muy sencilla, que se lee muy fácilmente. Quizás tendré que probar con otra obra de la autora.