Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta de Minna Lindgren

Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta

Minna Lindgren

Suma, 2015

Siiri, Irma y Anna-Liisa creen haber recuperado la tranquilidad de su rutina diaria en El Bosque del Crepúsculo, el centro para la tercera edad de Helsinki en el que viven. Pero pronto las tres abuelas ven cómo su vida pasa a convertirse en un infierno por unas obras de reforma interminables. Los trabajos se inician escandalosamente temprano, el ruido es ensordecedor, en las paredes surgen agujeros, los residentes tienen que usar inodoros portátiles... y el joyero de Anna-Liisa desaparece misteriosamente.

A las ancianas no les queda más remedio que mudarse a un piso compartido, donde sus costumbres y manías no harán la convivencia nada fácil. Siiri, Irma y Anna-Liisa comienzan además a darse cuenta de que las obras de su residencia son bastante sospechosas y pueden encubrir otras actividades criminales. Cuando los secretos empiecen a desvelarse las tres amigas descubrirán que en esta vida poca gente está tan libre de culpa como parece.

Con este segundo libro de la Trilogía de Helsinki he disfrutado un poquito más que con el anterior. Quizás, sobre todo, porque ya sabía a lo que iba. Ya sabía que poco del espíritu de Agatha Christie hay en las novelas y que no iba a encontrarme con tres Miss Marples. 

Minna Lindgren sigue fiel a su estilo y de nuevo deja aparcado el misterio para darle más importancia a sus protagonistas y criticar a esta sociedad que olvida a nuestros mayores y que los relega en el olvido, como si no existieran, como si solo fuera un estorbo, como si no tuvieran ya derecho a la vida. Como si su única misión fuera ya esperar la muerte. 

Así, conoceremos mejor a Siiri, Irma y Anna-Liisa. Y nos reiremos con sus despistes, con sus achaques, con sus torpezas propias de la edad. E iremos conociendo algo más de sus pasados, de sus vidas... Y poco a poco se irán ganando nuestro cariño. 

Y esta vez la denuncia no se queda sólo en las condiciones en que los ancianos viven. Tenía yo otra imagen de Finlandia. Y parece que la precariedad laboral también existe ahí, con contratos muy inestables, muy temporales. Que impiden a los trabajadores hacer bien su cometido. Los servicios sociales son, tal y como la autora lo refleja, lamentables, con gente poco preparada y que parece no ser apta para esos puestos en la mayoría de los casos. 

La muerte vuelve a ser acto de presencia. Pero no hay drama en ningún momento. Está ahí y es el final del camino. El final que muchos desean después de una larga vida. El final que muchos desean para evitar el sufrimiento. También la eutanasia está presente en esta novela, con todas las reflexiones que ésta implica.

Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta me ha gustado un poco más que el anterior libro, porque ya mis expectativas habían desaparecido. Me gusta la parte de denuncia social que presenta, pero me sigue faltando algo. Me sigue faltando que el desarrollo de la investigación, del misterio, tenga más presencia. Que a veces parece divagar e ir de un tema a otro solo con el único fin de aportar más argumentos a su crítica. En definitiva, una novela entretenida y poco más.