Mientras vivimosMaruja Torres
Planeta, 2000
Es una gran historia de admiración y celos, de mentira y verdad, de odio y amor, de perdidas y encuentros. Judit tiene veinte años y quiere ser como Regina Dalmau, novelista consagrada y próxima a la cincuentena, por la que siente una obsesión casi enfermiza. El día de Todos los Santos se dirige a su encuentro, convencida de que la escritora sabrá ver su talento para la literatura y la ayudará a abandonar el barrio proletario en el que ha crecido y del que reniega. Judit ignora que Regina, sumida en una grave crisis creativa, y víctima de un profundo desasosiego moral, no puede ni siquiera ayudarse a sí misma. La irrupción de la joven en la casa de la famosa novelista hará que esta se enfrente a las verdaderas raíces de su doble crisis, y a su relación con Teresa, la mujer nunca olvidada que iluminó su pasado. La última lección de Teresa se prolongará más allá de su muerte, porque esta gran novela trata de la herencia que se transmiten las mujeres cuando se eligen unas a otras para tejer entre sí un vínculo más fuerte que la sangre.
Ha supuesto este libro mi estreno con la autora. Me estoy dando cuenta de que este año está siendo un año de estrenos... Y en esta ocasión tengo sentimientos encontrados. Es una novela fácil de leer, pero con un comienzo un tanto soporífero, que no te invita a continuar. Y si no hubiese sido porque era el libro del club de lectura, posiblemente lo hubiera abandonado. Pero luego empieza a ponerse interesante, va mejorando y al final consigues meterte en la historia y reflexionar sobre muchas cosas.
Es una historia de mujeres, de tres generaciones distintas, pero que se enfrentan a los mismos problemas pese a la diferencia de años, a la diferencia de épocas. Tres mujeres que se mueven por interés, que no dan un paso sin pensar primero en ellas mismas, sin importarles a quien puede afectarles, a quienes pueden hacerles daño. Y ese egoísmo va a tener consecuencias. Un egoísmo que les va a llevar a cada una de ellas a la soledad, si no le ponen remedio.
No es una novela redonda. Ya digo que el principio cuesta. A mí me ha costado y a más de un integrante del club también. Pero a medida que avanza y vamos conociendo a sus personajes, sobre todo a Teresa, la novela va mejorando y consigue captar nuestra atención. La relación entre Regina y Teresa, con sus luces y sombras, es muy interesante. Y da mucho juego para debatir.
Mi planta de naranja limaJosé Mauro de Vasconcelos
Traducido por Carlos Manzano de Frutos
Libros del Asteroide, 2011
De mayor Zezé quiere ser poeta y llevar corbata de lazo, pero de momento es un niño brasileño de cinco años que se abre a la vida. En su casa es un trasto que va de travesura en travesura y no recibe más que reprimendas y tundas; en el colegio es un ángel con el corazón de oro y una imaginación desbordante que tiene encandilado a su maestra. Pero para un niño como él, inteligente y sensible, crecer en una familia pobre no siempre es fácil; cuando está triste, Zezé se refugia en su amigo Minguinho, un arbolito de naranja lima, con quien comparte todos sus secretos, y en el Portugués, dueño del coche más bonito del barrio.
Es un libro muy emotivo, muy tierno, que puede llegar a arrancarte incluso alguna lagrimita como tengas un día tonto. El protagonista principal es Zezé, un niño de cinco años, muy inquieto, avispado, inteligente, con una imaginación desbordante y con muy mala suerte cada vez que comete una travesura. Que no son pocas las que comete y le pillan en casi todas. Y las reprimendas son bastante violentas. Y lo que más pena da es que es una violencia ya normalizada por el niño. El pobre llega a justificarlas de tan acostumbrado como está. La denuncia a esta situación es continua a lo largo de toda la novela. Pero afortunadamente el autor no carga de drama estas escenas.
Zezé es el absoluto protagonista y se lleva nuestro cariño desde la primera escena. Y las escenas con su hermano pequeño son de una ternura infinita. Él siempre se muestra atento a todas las necesidades de su hermano, siempre cuidándolo e inventándose juegos para que no se percate de la triste realidad que le rodea, de la pobreza en la que viven.
Y es que su padre está desempleado. Y esta situación le está influyendo en su carácter, convirtiéndolo en un hombre, en muchas ocasiones, violento. Nos da pena cuando es el propio Zezé quien justifica el mal carácter de su padre. Tan pequeño y tan consciente de todo. Su madre trabaja casi todo el día y gana muy poco. Y cuando llega a casa siempre está cansada. Apenas pasa tiempo con sus hijos.
Muy tierna también es la parte en la que habla de su amistad con Portuga, un hombre ya adulto. Aunque tengo que confesar que esta amistad despertó mis recelos al principio. Será que una, tal y como está la vida, es ya muy mal pensada, y no me fiaba de él, de sus intenciones. Pero no, afortunadamente me equivoqué. Y Portuga se va a convertir, junto a su arbolito de naranja lima, en la única esperanza para poder escapar de su vida gris. Va a ser casi como un padre para él.
Y ya no voy a contar más, que me parece que ya he contado demasiado. Eso sí, mejor leerlo sin las expectativas altas. Es un libro sencillo, breve, intenso, con un personaje que nos roba el corazón.