Algún tiempo después de su llegada, Paul Lambert había recibido la visita de su vecino. Éste había entrado en su cuarto con las manos juntas a la altura del corazón. Aunque la boca del buen hombre no tuviese casi dientes, su sonrisa confortó el corazón del francés, quien le invitó a sentarse. Permanecieron unos minutos contemplándose en silencio. "En Occidente las miradas apenas te rozan", observará Lambert. "La de aquel hombre te entregaba el alma entera".
Éste es de los libros que llevaba años en mi estantería esperando a ser leído y nunca me animaba a hacerlo. Y ha tenido que ser la gran reseña que Antonio Cabello hizo en su blog la que volviera a despertar mi interés por este libro. Y desde luego me alegro de haberle hecho caso porque he disfrutado y aprendido mucho con esta novela.
En el libro encontramos dos historias independientes, que corren paralelas y terminan cruzándose. Por un lado tenemos a Hasari Pal y su familia. Siempre habían vivido del campo, pero las continuas injusticias les obliga a abandonar su granja y dirigirse hacia Calcuta, con la esperanza de una vida mejor. Pero cuando llegan a Calcuta, la realidad no puede ser más distinta. Tendrán que conformarse al principio con dormir en la calle, en las aceras, como muchas otras familias con las que tendrá que enfrentarse para conseguir un pequeño espacio. Seremos testigos de dramáticas escenas, observaremos la impotencia que siente Hasari por no conseguir trabajo y no conseguir alimento para su familia. Esto le llevará incluso a vender su sangre, disputada por los distintos hospitales que hay en la ciudad. Veremos incluso, como la hija de sus vecinos de acera, con apenas trece años, decidirá prostituirse para así lograr mantener a su familia.
Por fin Hasari tiene un golpe de suerte y encuentra trabajo tirando de un ricksaw (el carrito típico de Calcuta con dos ruedas grandes, que funciona como un taxi y que es arrastrado por una persona). Consigue ahorrar un poco para poder alquilar un espacio en un "slum" (barrio de chabolas). Este slum es conocido como Anand Nagar, que significa La Ciudad de la Alegría. Extraño nombre para un barrio tan pobre, pero a medida que avanzamos en la lectura de la novela, vamos comprendiendo por qué se llama así.
Y ahora conozcamos la otra parte de esta historia, que es la protagonizada por Paul Lambert, un cura francés. Su deseo de ayudar a los más desfavorecidos es lo que le lleva a Calcuta, pero él no sólo quiere ayudar, quiere compartir el destino de esta gente. Él no puede evitar sentirse culpable si viviera rodeado de comodidades mientras ayuda a gente que no tienen su misma suerte. Así que decide instalarse en el mismo slum que Hasari. De este modo, las primeras páginas del libro nos relata cómo fue adaptándose poco a poco a esa vida tan difícil. Se acostumbró a la miseria, a la suciedad, a pasar hambre, a convivir con ratas, cucarachas... Al principio sus vecinos estaban extrañados. No comprendían que un hombre blanco decidiera vivir con ellos pudiendo elegir una vida más cómoda. Pero terminan aceptándolo y considerándolo uno más en su familia. Y Paul Lambert nos hace ver como en ese barrio tan miserable y pobre, hay más humanidad que en cualquier otro lugar del mundo. Sus habitantes, a pesar de sus miserias, son felices. Cuando tienen algo, por poco que sea, siempre lo comparten. Cuando un niño se queda huérfano, el vecino inmediatamente lo adopta, sin pensar en los problemas que conlleva tener una boca más que alimentar...
Destaca también el hecho de que Lambert sea aceptado a pesar de profesar una religión distinta, aceptado y respetado. Y es que, en ningún momento, Lambert pretende convertir a nadie. Él sólo ha ido a ayudar, nada más. Conviven las dos religiones sin ningún tipo de problemas. Es todo un ejemplo de respeto, tolerancia y solidaridad la forma de vida que plasma en la novela.
El autor sabe aprovechar a la perfección estos dos personajes. Así, cuando el protagonista es Lambert, nos hace ver sus dificultades para adaptarse, su sufrimiento por el dolor ajeno, su impotencia por conseguir medicamentos a tiempo, su contacto con los leprosos y su deseo de crear un hospital para ellos (lo que le lleva a ponerse en contacto con Santa Teresa de Calcuta.) Mientras que cuando el protagonista es Hasari, somos testigos directos de su sufrimiento cada vez que tiene que ponerse a tirar del ricksaw, de sus problemas de salud, de su impotencia cuando los propietarios de los carros deciden aumentar el precio del alquiler, lo cual desencadenará la primera huelga de los "ricksaw wallah" ( los conductores de los ricksaw)... Esta doble perspectiva en la historia nos permite ver la vida de este barrio en su totalidad.
A pesar de la dureza de muchas escenas, a pesar de los sufrimientos por los que pasan los protagonistas, el libro conmueve, sobre todo, por la alegría que todos manifiestan a pesar de la situación en que viven. Nunca pierden la sonrisa, siempre tienen un gesto amable para el vecino, siempre están atentos a las necesidades del otro, siempre comparten lo poco que tienen. Teniendo tan poco, dan una auténtica lección de felicidad a todo el resto del mundo.
El libro tiene también un alto componente descriptivo. El autor describe de forma muy cuidada todas las tradiciones, costumbres y ritos de esta cultura tan distinta a la nuestra. Y también se detiene muchas veces a explicarnos de forma detallada los problemas sociales, económicos y politicos de la India.
Y termino ya mi larga reseña con unas palabras del propio autor en el epílogo del libro:
Fotos: http://images.publicradio.org/content/2008/03/11/20080311_india_rickshaw_73308250_18.jpg
http://www.estoyradiante.com/wp-content/uploads/2011/04/dominique-lapierre.jpg
El autor sabe aprovechar a la perfección estos dos personajes. Así, cuando el protagonista es Lambert, nos hace ver sus dificultades para adaptarse, su sufrimiento por el dolor ajeno, su impotencia por conseguir medicamentos a tiempo, su contacto con los leprosos y su deseo de crear un hospital para ellos (lo que le lleva a ponerse en contacto con Santa Teresa de Calcuta.) Mientras que cuando el protagonista es Hasari, somos testigos directos de su sufrimiento cada vez que tiene que ponerse a tirar del ricksaw, de sus problemas de salud, de su impotencia cuando los propietarios de los carros deciden aumentar el precio del alquiler, lo cual desencadenará la primera huelga de los "ricksaw wallah" ( los conductores de los ricksaw)... Esta doble perspectiva en la historia nos permite ver la vida de este barrio en su totalidad.
A pesar de la dureza de muchas escenas, a pesar de los sufrimientos por los que pasan los protagonistas, el libro conmueve, sobre todo, por la alegría que todos manifiestan a pesar de la situación en que viven. Nunca pierden la sonrisa, siempre tienen un gesto amable para el vecino, siempre están atentos a las necesidades del otro, siempre comparten lo poco que tienen. Teniendo tan poco, dan una auténtica lección de felicidad a todo el resto del mundo.
El libro tiene también un alto componente descriptivo. El autor describe de forma muy cuidada todas las tradiciones, costumbres y ritos de esta cultura tan distinta a la nuestra. Y también se detiene muchas veces a explicarnos de forma detallada los problemas sociales, económicos y politicos de la India.
Y termino ya mi larga reseña con unas palabras del propio autor en el epílogo del libro:
"Aquella primera mañana de monzón, cuando entré en el barrio mísero e inhumano de Calcuta llamado la Ciudad de la Alegría, comprendí que era uno de los lugares más extraordinarios de nuestro planeta. Y cuando, dos años después, me marché, con una veintena de blocs de notas y cientos de horas de cinta, yo sabía que tenía material para escribir el libro más importante de mi carrera, una epopeya sobre el heroísmo, el amor y la fe, un tributo glorioso a la capacidad humana para triunfar sobre la adversidad y sobrevivir a cualquier tragedia. Durante aquella etapa, larga, difícil y a veces dolorosa, de documentación, tuve que compartir toda clase de situaciones. Descubrí como la gente puede convivir con ratas, escorpiones e insectos, subsistir con unas cuantas cucharadas de arroz y uno o dos plátanos al día, hacer horas de cola en las letrinas, lavarse con menos de medio litro de agua, encender un fósforo bajo la lluvia torrencial o compartir la vivienda con un grupo de eunucos. Antes de ser aceptado por los habitantes del barrio, tuve que aprender sus costumbres, experimentar sus miedos y sus penalidades y compartir sus luchas y sus esperanzas. Ésta es, sin duda, una de las experiencias más extraordinarias que puede vivir un escritor. Cambió mi vida."
Fotos: http://images.publicradio.org/content/2008/03/11/20080311_india_rickshaw_73308250_18.jpg
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