La última tumba de Alexis Ravelo

La última tumba

Alexis Ravelo

Edaf, 2013 

En 1988, Adrián Miranda Gil, un chapero drogodependiente, fue condenado a 29 años de prisión por el brutal asesinato de Diego Jiménez Darias, asesor de un importante dirigente político regional. En 2011, tras cumplir más de veinte años de condena,
Adrián afronta la libertad condicional como un preso modelo, desintoxicado y centrado en su rehabilitación. Pero, en secreto, ya ha comenzado a urdir su venganza. No tardará en descubrir que su acusación y condena no son fruto de un mero error judicial, sino parte de una conspiración en la que él ha servido como cabeza de turco.
Poco a poco, con minuciosa crueldad, Miranda irá adentrándose en el laberinto de mentiras urdidas por los conspiradores, con el firme propósito de cavar una tumba para cada uno de ellos.

Me sorprendió Alexis Ravelo con La estrategia del pequinés. Y con esta novela me confirma que esa sorpresa no fue producto del azar. Que calidad le sobra, que sabe manejar los elementos de la novela negra a la perfección.

Adrián es el absoluto protagonista de esta novela. Tras veinte años en la cárcel por un crimen que no cometió, cuando sale tiene claro una cosa. Quiere venganza.  Pero también quiere saber por qué. Drogadicto, chapero, un tanto violento, sabe que por todas estas razones fue escogido como cabeza de turco. Pero necesita saber, necesita comprender por qué sus amigos le traicionaron. Y necesita la venganza, sobre todo por sus padres, a quienes su delito arruinó la vida. Y por esos veinte años...

No se anda con rodeos Ravelo. Nos presenta a Adrián tal y como es, con su sed de venganza, con su odio, con su rencor.  Y nos presenta sus actos tal y como suceden, sin adornos o sin omisiones que suavicen las escenas. Es increíble como logra Ravelo perfilar a este personaje. Consigue que empaticemos con él, pese a su carácter violento, pese a que perdió los mejores años de su vida en la droga. Pero perder veinte años de tu vida por un crimen que no cometes, es algo muy duro. Y estas sensaciones sabe transmitirlas muy bien el autor. Comprendemos a Adrián, comprendemos sus ansias de venganza. Comprendemos que se sienta como una simple marioneta. Y aunque no estemos conforme con sus métodos, logramos entenderle. Y por esa misma razón nos da pena porque vemos que no está escogiendo el camino correcto.

Con capítulos cortos, en los que no falta ni sobra nada, el ritmo de esta novela va creciendo a medida que avanzamos en su lectura. Y nos resulta imposible de soltar hasta llegar al final. Ravelo ha vuelto a escribir una novela negra absolutamente redonda, que nos duele, que nos hiere, que nos sacude.