Con este capítulo se pone fin a la historia de Marcela y Grisóstomo. Historia que se incluye en el género de la novela pastoril, que también tenía gran éxito en la época de Cervantes. No hay género con el que nuestro escritor no se atreva.
Lo más destacable de este capítulo es el discurso de Marcela. Un discurso con el que pretende demostrar su inocencia. Con el que pretende demostrar que ella no tiene nada de culpa en la muerte del pastor. Hace referencia a su hermosura, una hermosura que ella no pidió, pero tiene. ¿Acaso tiene ella la culpa? ¿Acaso tiene ella la culpa de que todos se rindan ante su belleza, ante su persona? Habla de la muerte de Grisóstomo y demuestra con argumentos convincentes, que ella no tuvo nada que ver en su muerte. Y ante sus argumentos, nadie es capaz de decirle nada. El propio don Quijote le da la razón.
Marcela es quizás, uno de los grandes personajes de esta novela. Una mujer adelantada a su tiempo, que defiende sus ideales, sus principios, sus creencias. Que defiende su independencia con pasión. Que no se siente obligada a mantener una relación con el primero que le manifieste su amor. Porque ella se siente libre a la hora de decidir con quién estar. Si ella no sentía amor por Grisóstomo, ¿por qué tendría que haberle correspondido? No hubiera sido peor el engaño...
Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que por razón de eser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama; y más que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir quiérote por hermosa, hazme de amar aunque sea feo. Pero puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas las hermosuras enamoran, que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas sin saber en cuál habían de parar, porque siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos; y según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Sino, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es, el cielo me la dio de gracia sin yo pedirla ni escogella; y así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merrezco ser reprendida por ser hermosa; que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado, o como la espada aguda, que ni él quema, ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe parecer hermoso; pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquél que por solo su gusto con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre, y para poder libre escogí la soledad de los campos; los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura
Pedazo de capítulo: al principio creí que sería un tostón y va y llega Marcela y pone los puntos sobre las íes... Me ha encantado su discurso! Y me sorprende que lo escribiera un hombre en aquella época... Supongo que por cositas como esta la obra es tan grande... 1beso!
ResponderEliminarMe alegro de que sigas disfrutándolo.
ResponderEliminarUn beso!
Sabía yo que Marcela no iba a decepcionarme, jajaja Menuda panda de mequetrefes están hechos los hombres de su época :)
ResponderEliminarBs.
Va fantástico, ¿cierto? Me encanta leer tus opiniones de los capítulos :)
ResponderEliminarBesos.
Marcela es la mejor!!!! :)
ResponderEliminarA mi también me parece todo un adelanto pensar en este discurso en el momento en que fue escrito
ResponderEliminarBesos
Me encanta la conclusión de este capítulo con la figura de Marcela, esa mujer fuera de este ambiente bucólico y llena de fuerza.
ResponderEliminarUn saludo.
Veo que no os lo estáis pasando nada mal con las aventuras y desventuras de este hidalgo español. jajajj
ResponderEliminarBesos.
Qué grande esta Marcela! Estaba deseando que llegara su momento y no me ha defraudado en absoluto, me declaro fan incondicional. Besos
ResponderEliminarHola(:
ResponderEliminarVa bien el libro por lo que veo eh jaja
Un besin(:
Me encanta el capítulo. El inicio con el poema se me hizo pesado pero al llegar Marcela todas mis neuronas centraron mi atención en su discurso y la verdad que es una mujer muy adelantada y con las ideas claras, y el que Don Quijote la defienda me hizo sentir ternura y admiración hacia el hidalgo.
ResponderEliminarUn beso!
Yo es que no sé dónde estaba cuando se propuso este reto, me habría encantado releer así, con paradas. Un beso :)
ResponderEliminarCreo que estas justo en la zona que más árida se me antojó.
ResponderEliminarMe alegra que lo estéis disfrutando
Besos
Uff como me he saltado tantas entradas ya estoy totalmente perdida en la historia. Te pido disculpas por eso, ya que tú me has estado comentando todo el tiempo y yo aquí de remolona. Ahora intento recuperar el tiempo perdido aprovechando las vacaciones :)
ResponderEliminar¡Besitos!
Ánimo con este encantador e ingenioso hidalgo!!
ResponderEliminarBesines,
Yo estas dos semanas dejo pendientes los capítulos correspondientes. A la vuelta tres de golpe!
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