El bolígrafo de gel verde de Eloy Moreno

Por fin pude disfrutar de esta novela. Y es que llevaba mucho tiempo tras ella. Hasta que el otro día, en la biblioteca, cotilleando mientras esperaba que mi hija decidiera qué libros llevase, ví el libro en la estantería. Más bien creo que me llamó. Porque no iba yo buscando nada. No llevaba intención de salir con ningún libro, que tengo muchos que hasta me saltan en la estantería cuando me ven pasar, a ver si los pillo. Fue sólo un momento de relax y ahí estaba el libro. Y mientras mi hija iba pensando en cuál libro tenía que dejar de los muchos que tenía en las manos, comencé a leer el libro. Y ahí me perdí. Tuve que llevarme el libro a casa y continuar la historia de... de... ¡Ah, sí! Del marido de Rebe. ¿Qué quién es? El padre de Carlos. ¿Qué no sabéis de quién hablo? Del protagonista de El bolígrafo de gel verde... Que no, que no tiene nombre. El autor no nos lo dice. Y realmente no importa para el desarrollo de esta historia. Y es que podemos ser cualquiera de nosotros. Es la gran virtud de esta novela.

El protagonista es un hombre en la medianía de su vida, aburrido de su rutina: de la oficina a su casa, de la casa a su oficina; de madrugar, de llegar tarde; de apenas conversar con su esposa, de apenas estar con su hijo; de fines de semana iguales, yendo a los mismos sitios, con los mismos planes, con los mismos horarios... La vida se ha convertido en una rutina. Una rutina de la que no sabe salir, de la que tampoco intenta salir. Y es que, a veces, desespera un poco el protagonista, que se limita a pensar sólo en lo que no tiene, sin apreciar lo que sí tiene. No sabe valorarlo, no sabe cuidarlo. Y poco a poco empieza a perderlo todo.

Cuatro partes perfectamente divididas presenta este libro. La primera, titulada Tesoro. Magnífico título para esta parte dedicada a la infancia del protagonista. ¿Hay mayor tesoro en nuestra vida que la infancia? La época de la inocencia, de las aventuras, de la alegría, de la esperanza, de vivir sin pensar en nada, sin preocupaciones... Pero este mágico período termina en el momento en que se produce un trágico acontecimiento. Un acontecimiento que marco el fin de la infancia y el inicio de la madurez. Una época en que se aprende que nuestros actos tienen consecuencias y, a veces, trágicas...

En la segunda parte, La huida, nos encontramos con un protagonista ya adulto. El autor plasma perfectamente el día a día de su personaje. Su desesperación, su agobio, su frustración... Y será un bolígrafo de gel verde el que empiece a cambiar esa situación. Y es que parece que el empeño que no pone en salvar su vida, lo pone en encontrar ese bolígrafo cuando lo pierde. Y esta búsqueda propiciará una serie de acontecimientos que marcarán casi sin querer, su destino.

El despertar es el título de la tercera parte. Y es que nuestro protagonista parece por fin despertar. Parece quere hacer algo más en su vida, algo más que buscar un simple bolígrafo de gel verde. Y que mejor sitio para hacerlo que fuera de esos 445 m2 que han marcado su vida hasta ahora. Y en plena naturaleza, en un ascenso, en un camino que hasta ese momento no se había atrevido a hacer, da un giro a su vida. Empieza a preguntarse, empieza a reflexionar. Y sigue subiendo, a veces con ayuda. Con ayuda de gente a la que ni siquiera conoce, que le dan ese empujón que necesita. Y es que en ese camino conoce mucha gente. Y tiene con ella conversaciones mucho más amplias y mucho más sinceras que con las personas con las que ha estado conviviendo en los últimos años. Y escucha más a toda aquella gente de lo que ha escuchado a la gente que lo ha acompañado en los últimos años. 

Y llegamos al final. Llegamos al Ahora. Porque hasta ahora todo el libro estaba siendo contado por el protagonista en pasado. Y ahora, por fin, el protagonista nos habla en presente, revelándonos su situación actual. Y si queréis saber cuál es, os invito a leer el libro. Un libro que, salvo algunos fragmentos que pueden resultar repetitivos,  se deja leer fácilmente porque la prosa de Eloy es magnífica. Y porque la historia está tan bien contada que es imposible dejarla sin saber el final. Y es tan real, tan cotidiana, sus reflexiones calan tan hondo, que cierras el libro, pasan varios días, y aún sigues pensando en él. ¿Se puede decir algo mejor de un libro?