Un nuevo curso ha comenzado en Kirkston Abbey. En la Inglaterra de los años cincuenta, esta escuela de Norfolk es uno más de los múltiples internados que salpican la geografía de la isla, en los que, en medio de la más estricta y rigurosa disciplina, se prepara a los hijos de las elites inglesas para hacerse con las riendas del poder. Jonathan Palmer es un apocado adolescente que proviene de una familia de origen humilde. Donde sus compañeros parecen sentirse como peces en el agua, él se encuentra siempre retraído y tímido, incómodo en medio de la vida reglada. En el fondo, Jonathan está convencido de que Kirkston Abbey no es lugar para él. No es el único que piensa así, Richard Rokeby es un compañero de clase que no suele cruzar más de dos palabras con nadie, y, si lo hace, estas destilan indiferencia. Frío, calculador y cerebral, tras su aparente autocontrol se esconde una historia de odios y rencores que Jonathan está a punto de descubrir. Desde el día en que Rokeby le rescata de las burlas de un profesor los dos muchachos irán entrelazando lazos y se convertirán pronto en inseparables. Una amistad que cambiará a Jonathan, hasta el punto de no percibir el extraño poder que Rokeby ejerce sobre él. Su relación y sus juegos desatarán fuerzas que ninguno de los dos es capaz de controlar, y lo que empezó como un juego pronto perturbará las vidas de los que les rodean. Ciertamente, un nuevo curso ha comenzado en Kirkston Abbey... pero esta vez nadie sabe cómo va a terminar.
Una de mis mejores lecturas del año. Supe de este libro gracias a una recomendación de Norah Bennett en alguno de los tantos retos sobre Halloween que hay en estos días. Porque una ya no tiene bastante con apuntarse las novelas que se reseñan... Ya me anoto también las que aparecen en los comentarios... ¿Tendré que empezar a preocuparme...?
Pero dejemos esas preguntas y volvamos al libro. Un libro que te absorbe y te mete de lleno en la historia desde las primeras páginas, con una ambientación un tanto claustrofóbica, inquietante, opresiva... La vida en el internado no es fácil. A una disciplina estricta, rígida, hay que sumarle que tampoco es fácil la vida entre los propios alumnos. Impera la ley del más fuerte. El más débil es ridiculizado por sus compañeros, objeto de sus burlas, de sus fechorías, de sus crueldades... Jonathan es, al principio del libro, la víctima favorita de estas burlas. Pero todo empezará a cambiar cuando conoce a Richard Rokeby. Si todos los personajes que aparecen a lo largo de la novela están perfectamente dibujados, el retrato que el autor nos ofrece de Richard es brutal. Un personaje magníficamente caracterizado. Una auténtica joya.
Nos sorprende y nos inquieta este personaje desde que hace su primera aparición. Su desprecio hacia todos, su odio, su crueldad, su indiferencia... Todo eso transmite este personaje. Todo eso nos lo hace sentir el autor. Y el miedo que despierta, no sólo entre sus compañeros, también entre sus profesores, a los que les cuesta resistir su mirada. Una mirada incómoda, que parece querer meterse dentro de ti y descubrir tus más íntimos secretos. Una mirada que te dice que no molestes, que no te metas en donde no te llama, una mirada que instala el miedo y ya no puedes ahuyentarlo...
La amistad que surge entre Richard y Jonathan va a tener funestas consecuencias. Tanto para los amigos de Jonathan, como para sus enemigos. Porque Richard no quiere rivales, no quiere competencias. Quiere a Jonathan para él solo. Y lo protege de todo mal, se ponga quien se ponga por delante. Tampoco admitirá que el profesorado quiera intervenir en esta relación. Richard parece influir en la vida de todos, parece estar al día de todos los temores, de todos los secretos de la gente que está a su alrededor. Y se aprovecha de ellos para empezar a destruirlos. Realmente Richard no provoca nada. Sólo aprovecha las casualidades, las circunstancias... Porque... ¿son casualidades? Es quizás una de las virtudes de esta historia. Que nos deja a nosotros interpretarla. ¿Son las fuerzas maléficas las que hacen a Richard actuar así? ¿O él es así de malvado, de cruel? Porque desde el principio se nos muestra como un niño seguro de sí mismo, consciente del mal de sus actos, consciente de su odio, consciente de su crueldad... En ningún momento da señales de arrepentimiento. También él esconde secretos. También parece que su actitud tiene una historia detrás que la justifica... ¿O no tiene justificación?
La actitud de Richard desencadena mucho mal en el colegio. Pero ojo. Ese mal ya estaba ahí. Él sólo lo hace salir. Porque todo el mundo guarda secretos. Secretos que debieran seguir siéndolo... Relaciones homosexuales entre profesores y alumnos (alumnos de catorce años, que es lo espinoso del tema); alcoholismo, violencia, crímenes, infidelidades... No es Richard el culpable de todo esto. Él sólo lo aprovecha para desencadenar el mayor horror posible. Nos sorprende la maestría del escritor para hilvanar perfectamente la historia y no dejar ningún cabo suelto. Nos sorprende que la presencia de Richard se note incluso en las páginas que no aparece. Nos horroriza ver que hay niños, compañeros de Richard que sienten envidia hacia él, que les gustaría ser como él. Ven en su actitud de desprecio, en su dominio ante todo, en su rebeldía, en su insumisión, en su falta de educación , rasgos admirables... Y esto sí que nos causa terror...
Terror psicológico del bueno encontramos en esta novela. Absolutamente recomendable para los amantes del género. Y para los que no lo son, también.
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