martes, 22 de diciembre de 2015

Mortal y rosa de Francisco Umbral

Francisco Umbral
Mortal y rosa
Austral, 2007

Los libros, cómo crecen los libros en la casa, aquellos primeros libros de la madre, secos y polvorientos, que me han acompañado por pensiones, viajes, noches, años, cómo proliferaron. Apenas los veo ahora entre el farallón de los libros, pared maestra, muro de letra impresa que ha modificado la estructura de la casa, y ese hormigón con que se pegan las páginas de algunos libros que no volvemos a leer jamás. Los libros respiran, como las flores, y nos van matando, nos van secando el aire, pero los cuido, los ordeno, los desordeno, y crecen. Me olvido de su distribución, pero ellos solos se barajan y vuelven a su geometría lógica de biblioteca, y sé, sin querer saberlo, dónde está cada uno, porque el paso de la vida es el irse convirtiendo uno de poeta en bibliotecario.
Tomar un libro es como quitarle un ladrillo a la muralla, puede venirse abajo toda la construcción y demolernos. Nos amparamos, ya, en una pared de tipografía que nos resguarda de los vientos de la vida, celda de papel en la que uno va siendo el monje de sus propias religiones heterodoxas. Puedo abrir un libro y encontrarme dentro de él, porque uno no es sino la señal de lector puesta entre las páginas de la novela de la propia vida, o puedo mirar y olvidar mis propios libros, los que yo he escrito, rectángulos de ignorancia y obstinación, cajas de puros sin puros.
La marea de los libros, su silencio en la noche, su olor a engrudo y memoria, esa sustancia de celulosa y oro que rodea y limita ya mi vida. Cómo escapar a los libros. Son el enladrillado de mi alma. Para no verlos, para no sentirlos, abro un libro y leo.
Lo siento, señor Umbral, por no haberme acercado antes a sus letras. Lo siento, por haberme alejado de usted hasta ahora por tontos prejuicios... Y lo siento, porque su libro es duro, es demoledor, es puro dolor... Pero es lo más hermoso que he leído en años. ¿De verdad compartimos idioma? Porque lo que usted logró con las palabras en este libro es absoluta magia. Es pura belleza. Es perfección.

La primera niñez, la época que perdemos de nuestra vida, de la que nunca sabemos nada, sólo se recupera con el hijo, con él vuelve a vivirse. Gracias al hijo podemos asistir a nuestra propia infancia, a nuestro propio nacimiento y yo miraba aquellos ojos cerrados, aquel llanto rosáceo, y me veía a mí mismo, por fin, en el revés del tiempo. El niño, su debilísimo denuedo, su crueldad rosa, su fe total en la vida, sin pasado ni futuro, presente completo, y cómo se ha ido abriendo paso a través del idioma, cómo ha ido abriendo frondas, tomando palabras, y llega ya hasta mí, venido de la manigua que nos separaba, del bosque de los nombres y las letras, y está ya de este lado, habitante del alfabeto.
Y cómo se desnuda, cómo muestra su amor...
Estoy oyendo crecer a mi hijo.
 Y cómo muestra su dolor...
La risa de mi hijo. He perdido la risa de mi hijo. ¿Cuánto hace que no sonríe? En este mismo diario tengo escrito, me parece, que a la cripta que es un niño sólo se llega por la celosía de su risa. Mi hijo no ha vuelto a reir ni a sonreir.
Y en este fluir de emociones, de sentimientos, también hay momentos para la reflexión. Para mirar el mundo y mostrar su desacuerdo, su indignación. Porque hay tantas injusticias en él. Pero el dolor, su dolor, siempre está ahí. Porque perder un hijo...
Los días se desprenden de mi cuerpo como la carne de los leprosos.
Ni siquiera se siente vivo.
 Soy el único cadáver que ha escrito un libro en la historia de todos los tiempos.
Y callo ya, porque nada de lo que diga puede hacer justicia a esta obra maestra de nuestra literatura. 
Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo llorándote en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen en Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.

24 comentarios:

  1. El libro no me llama demasiado pero es un autor al que quiero leer. Un besote :)

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  2. ¡Qué entrada, Margari! Entre tus palabras y los fragmentos que has compartido, me he sentido muy tocada... Sin duda lo tendré en la mira, parece un libro muy especial.

    Besos.

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  3. Intenté leerla pero no pude. Me aburría soberanamente.

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  4. Qué bonita reseña...
    Yo también tengo mis prejuicios con Umbral, pero ya hace tiempo que tengo apuntada esta novela, los fragmentos que he leído me parecen una delicia. Eso sí, me parece tan dura que no sé si ahora mismo sería capaz.
    Besos.

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  5. A Umbral aún no me he acercado, y es que me da algo de miedo ¡fíjate! Supongo que nos pasará a muchos. En casa tengo algún libro para cuando me anime con él ...

    bsos!

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  6. Deuda pendiente también, leer a Umbral. Este 'mortal y rosa' se me antoja el mejor modo de leerle gracias a tu entrada en este blog. Gracias y, por supuesto, felices fiestas.

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  7. Un autor también pendiente, pero es que este hombre no me cae bien, y no debería influirme en sus novela, pero lo hace.
    Besos!

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  8. No he leído nada de este autor y es que no me llama especialmente.
    Un besazo :)

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  9. Yo tampoco he leído nada del autor. Con este tema no puedo pero reconozco esa sensación cuando el escritor hace magia con las mismas palabras que nosotros usamos día a día.
    Besos

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  10. Es un autor del que no he leído nada pero que no me atrae, tengo la sensación de que no me va a gustar
    Besos

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  11. Ayyy, no sabes cuánto me alegro de que te haya gustado, a mí me encantó!!! Fue una macrolectura conjunta y no todos salimos igual de satisfechos, eso sí, los que lo hicimos salimos mucho. Voy fatal con el trabajo pero leeré todas tus entradas y ahora que tengo un rato me paso a saludar jajaja. besos :)

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  12. Comparto totalmente tus impresiones sobre este maravilloso libro y comparto también que no me había acercado a él porque Umbral, el Umbral personaje que él construyó, me caía fatal. Cuando leí esta obra descubrí a un autor que no casaba nada con esa imagen pública que tenía, por fortuna me deshice de los prejuicios y la leí. Una experiencia inolvidable.

    Abrazos!!

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  13. Hola!!! este autor lo tengo pendiente, pero tras leerte me has convencido, creo que lo leere pronto. Gracias por la reseña (te ha quedado fantastica)
    Un abrazo

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  14. Este libro está en casa de mis padres, pero la verdad es que no me llama...
    Besos.

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  15. Se ve que te ha tocado... Supongo que yo tengo esos mismos prejuicios que tenías tú para no acercarte al autor, pero es hora de deshacerse de ellos. 1beso!

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  16. Margari:
    tengo una deauda pendiente con este autor, y me has dado ánimos para leerlo el 2016. ¡Que fragmentos nos has compartido eh! lo llevo anotado en mi libreta.
    Un beso,
    Ale.

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  17. ¡Hola!
    Qué duro, Margari. Pero me han parecido bellísimos los fragmentos que has compartido, sin duda me llevo apuntada la novela.
    Muchas gracias por recomendárnosla.

    ¡Besos!

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  18. Madre mía Margarí, qué reseña más sentida. La verdad es que yo no he leído nada del autor y mira que la U me vendría bien para mi reto. Lo tendré en cuanta. Besos.

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  19. Tengo pendiente leer al autor, a ver cuándo me animo =)

    Besotes

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  20. Dios, adoro este libro. Qué gran lección me dio, toda una bofetada a mis prejuicios y una caricia al corazón. Es bello, bello, bello. Me alegro de que lo hayas leído, y que lo hayas hecho así.

    Un abrazo

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  21. Pues no tenía ni en mente leer al autor por el momento, pero chica, no me has dado otra opción. ¡Quiero conocer sus letras!

    Besos!

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  22. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  23. Espero leerlo este año pero me da un poco de miedo porque con las ninfas no pude. Besinos.

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¡Muchísimas gracias por vuestros comentarios!