Las ventanas del cielo
Gonzalo Giner
Planeta, 2017
Siglo XV, Hugo de Covarrubias decide renunciar al destino que su padre,
un mercader de lanas, le ha marcado. Su decisión hace que abandone
Burgos, pero también a Berenguela, su íntima amiga, y a su ambicioso
hermanastro Damián, que ansía hacerse con la empresa familiar. Pero todo
cambia al descubrir que su padre está siendo traicionado. Se ve
obligado a huir para salvar la vida embarcándose en un ballenero vasco,
en el que conoce a Azerwan, un fascinante hombre que se define como
contador de leyendas y con quien compartirá en África un prometedor
negocio de venta de sal.
La venganza le hace escapar de nuevo,
esta vez con una mujer, Ubayda, y un extraordinario halcón, Aylal, en
busca de su verdadero destino: aprender el arte de las vidrieras.
Una novela épica y de aventuras que se desarrolla en escenarios tan
dispares como el desértico norte de África, la inexplorada Terranova y
algunas de las más pujantes ciudades europeas de la época (Brujas,
Lovaina o Burgos) y sus catedrales, en un tiempo en el cual sus viejas
paredes se fueron abriendo para convertirse en auténticos sagrarios de
cristal, ante los cuales los fieles creían sentirse a los pies de las
ventanas del cielo.
Mi estreno con el autor no ha podido ser mejor. He disfrutado como una enana con esta novela que combina a la perfección historia, aventuras y amor. Con un ritmo que no decae en ningún momento, los sucesos van acaeciendo uno tras otro, sin apenas respiro, sin apenas pausas.
Pero lo que más me ha conquistado es la extraordinaria labor de documentación realizada por el autor y el modo en que ha conseguido plasmarlo todo, sin cansar en ningún momento. Porque todo está perfectamente hilado a la trama principal de la novela. Todo lo que explica es importante para entender mejor lo que está sucediendo. Y para comprender mejor cómo era la vida en aquella época. Es que incluso un tema que me resultaba poco atractivo, como es el comercio de la lana, lo explica de forma tan amena y tan fácil, que hasta resulta atractivo. Y como tiene que ver y mucho con el desarrollo de la historia, te terminas enterando de todo sin apenas darte cuenta. Igual sucede cuando nos lleva a los barcos pesqueros. Nos hace sentir la dureza de esa vida, las dificultades con los que se encontraban, los temporales, el cansancio... De igual manera nos explica cómo es el proceso de creación de esas magníficas vidrieras que empiezan a irrumpir en los templos cristianos, llenándolos de luz y de color.
El trabajo duro es algo que va acompañar al protagonista a lo largo de casi toda la novela. Un trabajo al que al principio no estaba acostumbrado, pero al que se adaptará pronto. No le va a quedar otro remedio. Y serán muchos los años duros que tendrá que vivir hasta ver cumplido sus sueños, que no es otro que dedicarse al arte de las vidrieras. Serán años de sacrificio, de verdadero esfuerzo. Serán años de continuas aventuras en los que hará grandes amigos y en los que conocerá el amor. Y en los que se enfrentará a continuos peligros que amenazarán su vida y la de los suyos.
La historia me ha conquistado de principio a fin. Una historia llena de aventuras, intrigas, pasiones, traiciones... Los personajes sí me han resultado un poco planos, pero aún así, creíbles, y no me ha costado nada encariñarme con ellos.
En definitiva, una gran novela que nos hace retroceder en el tiempo y nos lleva hasta el siglo XV, dándonos un paseo por las grandes ciudades de aquel momento, de forma tan amena y entretenida que las páginas vuelan sin apenas darnos cuenta. Muy recomendable.